Sobre este libro:
En el mundo que componen estos relatos de Orlando Mazeyra
ya existía, desde antes, la sensación de estar todos metidos en el Titanic
(o peor aún: la sensación de ser todos el Titanic). ¿Desde antes? Desde antes
de la pandemia, que es casi el único antes en el que podemos pensar hoy por
hoy. Desde antes existía en estos cuentos la sensación de que nada (ni Dios, ni
la literatura) estaba ahí para asegurar una salvación. Luego llega la pandemia:
a este mundo y a estos cuentos. Llega la cuarentena y llega su después. Y Orlando
Mazeyra extiende su pericia de narrador a otras escenas de la soledad o de la angustia,
de la esperanza o la desesperanza, del encierro o del afuera, de las muertes más
generales o más singulares, del ahogo o el desahogo.
Inmunidad de rebaño es la fórmula de una espera. Y es que el arte narrativo de Orlando Mazeyra
no es del orden de la salvación, pero sí de un saber de la espera. Ni consuelo ni
redención: un puro arte del tiempo.
Martín Kohan, Premio Herralde
Narrador nato, Orlando Mazeyra Guillén
convierte en historias el universo que lo rodea, refractado por su rico mundo interior.
Y lo hace con un lenguaje «sencillo, directo, al grano, sin grasa» (ideal creativo,
según lo expresa en «Yo solo voy a rezar»).
Sus páginas atrapan al lector, altamente
adictivas.
Ricardo González Vigil
Como
fotogramas de una película que se va armando, estas historias nos devuelven al
escenario de las mascarillas, de los balones de oxígeno, de los hospitales
cochambrosos con médicos y enfermeras envueltos en plásticos de basura y la
falta de medicamentos y camas UCI y la histeria colectiva de las vacunas que no
llegan o llegan a cuentagotas y los noticieros de terror con un presidente
mintiendo en siete lenguas, con nuestra problemática y crisis económica,
política, social y moral. Con jóvenes jugando fútbol sin mascarillas porque ya
todo está perdido y todos tienen a muertos por quienes llorar. Y mejor sonreír,
divertirse, amar, tomarse una cerveza o salir a correr sin permiso de la policía ahora que se puede, ahora que todavía
respiramos y hay vida: aunque no en abundancia, pero vida, al fin y al cabo. […]
Unos relatos de la peste desde el mismo infierno y trazados con agujas
hipodérmicas como quizás lo imaginaron Daniel Defoe o Alessandro Manzoni.
Rodolfo Ybarra
Para adquirir el libro escribir a: mazeyra@gmail.com