2021/03/27

INMUNIDAD DE REBAÑO. Historias de la pandemia

 


Esta tarde, luego de la victoria de Melgar, llegó a casa el editor de Aletheya con los primeros ejemplares de Inmunidad de rebaño. Historias de la pandemia. Es una edición excelente, la verdad.
Quiero agradecer a Martín Kohan, profesor de Teoría Literaria en la Universidad de Buenos Aires y Premio Herralde, por su lectura tan rotunda y esclarecedora; al profesor y crítico Ricardo González Vigil por sus generosas palabras; a Rodolfo Ybarra por ser un ejemplo de compromiso y de lucha cotidiana. Inmunidad de rebaño trae ilustraciones de Marquiño —a quien uno, antes de la pandemia, solía cruzárselo en los bares de la calle San Francisco o en la tribuna del estadio alentando al Melgar— y no sólo es el más personal de mis libros, sino el más arequipeño (la portada es de Omar Suri). ¡Gracias a todos los que pusieron un granito de arena para que este esfuerzo sea una realidad!

Sobre este libro:

En el mundo que componen estos relatos de Orlando Mazeyra ya existía, desde antes, la sensación de estar todos metidos en el Titanic (o peor aún: la sensación de ser todos el Titanic). ¿Desde antes? Desde antes de la pandemia, que es casi el único antes en el que podemos pensar hoy por hoy. Desde antes existía en estos cuentos la sensación de que nada (ni Dios, ni la literatura) estaba ahí para asegurar una salvación. Luego llega la pandemia: a este mundo y a estos cuentos. Llega la cuarentena y llega su después. Y Orlando Mazeyra extiende su pericia de narrador a otras escenas de la soledad o de la angustia, de la esperanza o la desesperanza, del encierro o del afuera, de las muertes más generales o más singulares, del ahogo o el desahogo.

Inmunidad de rebaño es la fórmula de una espera. Y es que el arte narrativo de Orlando Mazeyra no es del orden de la salvación, pero sí de un saber de la espera. Ni consuelo ni redención: un puro arte del tiempo.

Martín Kohan, Premio Herralde

 

Narrador nato, Orlando Mazeyra Guillén convierte en historias el universo que lo rodea, refractado por su rico mundo interior. Y lo hace con un lenguaje «sencillo, directo, al grano, sin grasa» (ideal creativo, según lo expresa en «Yo solo voy a rezar»).

Sus páginas atrapan al lector, altamente adictivas.

 

Ricardo González Vigil

 

Como fotogramas de una película que se va armando, estas historias nos devuelven al escenario de las mascarillas, de los balones de oxígeno, de los hospitales cochambrosos con médicos y enfermeras envueltos en plásticos de basura y la falta de medicamentos y camas UCI y la histeria colectiva de las vacunas que no llegan o llegan a cuentagotas y los noticieros de terror con un presidente mintiendo en siete lenguas, con nuestra problemática y crisis económica, política, social y moral. Con jóvenes jugando fútbol sin mascarillas porque ya todo está perdido y todos tienen a muertos por quienes llorar. Y mejor sonreír, divertirse, amar, tomarse una cerveza o salir a correr sin permiso de la policía ahora que se puede, ahora que todavía respiramos y hay vida: aunque no en abundancia, pero vida, al fin y al cabo. […] Unos relatos de la peste desde el mismo infierno y trazados con agujas hipodérmicas como quizás lo imaginaron Daniel Defoe o Alessandro Manzoni.

Rodolfo Ybarra

Para adquirir el libro escribir a: mazeyra@gmail.com