«Salieron, y si en Dahlmann no había esperanza, tampoco había temor. Sintió, al atravesar el umbral, que morir en una pelea a cuchillo, a cielo abierto y acometiendo, hubiera sido una liberación para él, una felicidad y una fiesta, en la primera noche del sanatorio, cuando le clavaron la aguja. Sintió que si él, entonces, hubiera podido elegir o soñar su muerte, ésta es la muerte que hubiera elegido o soñado» (Jorge Luis Borges, El Sur).
2008/01/20
El Gigante
Era un tipo de una dimensión desproporcionada, demasiado alto. Con decirte que cuando él quería mirar al cielo tenía que agachar la mirada.
Esta microhistoria la publiqué en Gambito de Peón:
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