2020/07/28

Presentación de "Unicornios y cocodrilos": jueves 30 de julio a las 7 p.m.



Este jueves 30 de julio a las 7 de la noche, gracias a Frase Corta, presentaremos mi último libro Unicornios y cocodrilos. Me acompañarán Jasson Ticona, Carlos Rivera y Javier Rivera. ¡Están todos invitados! Transmisión en vivo acá.

SOBRE ESTE LIBRO:

David Foster Wallace, en una entrevista con Laura Miller para la revista Salon, dijo que una de las cosas mágicas que tenía la narrativa era romper la soledad de nuestras mentes: “Yo no sé qué estás pensando ni qué hay en tu interior y tú no sabes qué hay dentro de mí. Creo que en narrativa podemos salvar en cierto modo ese muro”.
Unicornios y cocodrilos, del escritor arequipeño Orlando Mazeyra Guillén, consigue eliminar esa barrera entre el autor y el lector con un estilo mesurado pero potente, que estalla con la sencillez de lo cotidiano.
[…] Los 28 relatos cortos de Mazeyra golpean, por lo general, en los diálogos. Hay un cambio de sentido, una transformación en los personajes y en la esencia del cuento cuando los personajes hablan, y ahí el narrador, por lo general, toma la actitud de entrevistador: entra en lugares desconocidos de su interlocutor, así eso signifique toparse con tierra firme o movediza, placer o dolor.
Bryan Paredes (Correo)

[…] los mejores cuentos del libro son aquellos enfocados en los vínculos familiares: en ese espacio brotan con naturalidad los rencores, los traumas no resueltos, los silencios y las sombras incómodas. En más de uno se atraviesa, además, la figura paterna como símbolo de la amenaza y la memoria borrada o alterada por el alzhéimer. Obsesiones que Mazeyra expurga sin tapujos y que le dan sentido a su literatura.
Juan Carlos Fangacio (El Comercio)

En los relatos de Unicornios y cocodrilos —dos de los cuales son más bien evocaciones o testimonios— arde el fuego de la literatura, una pasión por la historia a contar y por la cual su autor —intuyo— se inmola a lo bonzo y toma como insumo sus propios demonios. […] Sin mayores artificios estilísticos y, con un lenguaje que fluye y corre como pólvora, las historias de Mazeyra son pequeñas bombas que el lector enfrentará para a su vez interpelarse a sí mismo. La brevedad es un punto a favor, pues estos relatos son como inyecciones que van directamente a la vena. Si bien la familia es una constante en muchos de estos cuentos, aparece también un leit motiv subyacente: la literatura o, más precisamente, la escritura. Este juego metaliterario, donde el narrador hace guiños al lector y se vislumbra al autor, es el gran tema unificador en esta nueva entrega. Una virtud del autor es la elaboración de diálogos ágiles y que aumentan la intensidad narrativa. Cuentos como el simbólico «El vuelo del cóndor» o «Un extraño te abraza» —para mi gusto el mejor del libro— revelan una destreza narrativa, pero sobre todo la consolidación en el universo narrativo donde Mazeyra parece más a sus anchas: la familia. […] Otro aspecto a resaltar es el del humor negro que imprime de manera sutil o de manera manifiesta, restando solemnidad a los textos y dándoles un aire más coloquial. 
Por esa cuestión elitista y argollera que tiene la literatura limeña —que no peruana—, Orlando Mazeyra Guillén no tiene el reconocimiento que se merece plenamente. Sea a través de sus cuentos o en sus articuentos en el semanario Hildebrandt en sus trece, el lector encontrará historias cotidianas, pero contadas con mucho nervio y, sobre todo, que ponen el dedo en la llaga. Esto puede resultar gratificante para quienes buscamos historias que nos conmocionen y no sean mero entretenimiento. 
Jaime Cabrera Junco (Director de Lee por gusto)

Cuando Mazeyra sacude la polaroid de su vida van cayendo historias y la colorida y bien definida imagen de sus recuerdos se va opacando y deformando hasta teñirse completamente de negro. Mazeyra pertenece a un grupo particular de escritores que saben (no lo intuyen o lo temen, saben) que, en cualquier momento, algo muy malo les ocurrirá. Mazeyra despertará un día sobre su cama y estirará el brazo en busca de Micaela pero su lado estará frío, se dará cuenta de que hace rato no está ahí, sin recordar que hace décadas no la ve, que nunca se casó con ella, que la soledad es ahora de los recuerdos también. Olvidará, por eso lo escribe todo, para dar fe de haber estado acá: en la tierra de Arequipa, en la hinchada melgariana, en el cementerio con amigos, en el chongo con Eloy, en el corazón de una mujer. Sacude la polaroid con la absurda esperanza de que todo se aclare. Pero nada se aclara.
Javier Rivera Martínez