"Si Alan vuelve… ¡viva Fujimori!"
(Graffiti de un baño público de Camaná, año 2001)
Es lunes por la mañana y el veranillo asoma por Arequipa. Te paras frente al puesto de periódicos y, luego de una fugaz revisión del acontecer noticioso, presientes que la rabia es cuento viejo –anodino y cansado de ser viejo–, y la desesperanza un eco sempiterno que castiga miradas y atropella sin querer queriendo como las combis asesinas. La corrupción corre tanto como la "C"... y como las malas noticias. No dormiste bien, Zavalita, pues no podrás negar que sigues teniendo pesadillas con los ‘petroaudios’, ¿verdad?
Mientras tomas la combi, piensas: ¿Y acá, al pie del Misti, pasa lo mismo? ¿La misma porquería? ¿Igualito que en Lima? Sí, Zavalita, en todo lo malo y nauseabundo sabemos competir, palmo a palmo, con la Ciudad de los Reyes (de la corruptela): el Perú estropeado, Arequipa estragada, la estrella del Apra seguía siendo la misma patraña, sólo que ahora edulcorada con aires modernistas, inéditos perros del hortelano, otorongos de la vieja escuela y arribistas con carné vitalicio que ponen los negocios a nombre de la empleada, el chofer o el mozo. ¡Para eso sí somos pilas, Zavalita! Y que Víctor Raúl se revuelque en su tumba y que los cholos no se quejen, porque la servidumbre ahora tiene nuevas plazas laborales: se buscan testaferros para ejercer la rapiña sin miramientos.
Nadie quiere cruzarse de brazos, Zavalita, pero, ¿qué quedaba por hacer? ¿Esperar hasta el 2011 para otra vez empezar desde cero? ¿Descubrir en el camino a los nuevos oportunistas? ¿Keikos y Kenjis o, acaso, Antauros y Ollantas? ¿Queremos, en un futuro próximo, ver desfilar a esas hediondas comparsas de majaderos y sobones como Carlos Raffo o algo de peor estofa como su propio jefe?
El Apra no era un partido, era una peste, Zavalita. La coartada perfecta para decir "quiero cambiar a mi país" cuando la verdad era que sólo querías cambiar el ancho de tu billetera. Pero, ¿y los demás partidos? ¿En dónde estaba la oposición, caramba? ¿Y en dónde estabas tú? ¿Escribiendo? Ojalá escribiendo algo que valga pena… y no andes escribiendo hasta el culo (como ahoritititita, Zavalita).
Y Vargas Llosa afirmando que "el Perú es el país que se jode cada día"; y miríadas de gentes atestando las embajadas de Estados Unidos, España y un largo etcétera que da vuelta a todo el planeta; y por un momento recuerdas el estado de emergencia en Tacna y, hace no mucho, los delirios mesiánicos del presidente regional de Puno que quiere separarse de la patria… y tú, Zavalita, mudo testigo de tanto zafarrancho, impotente y aburrido. Ya no buscas trabajo, ni siquiera intentas conseguirte otro país o una nueva ideología. Ya nada de eso vale la pena: sólo quieres esconderte de tanta porquería, ¿no es cierto? "El que puede, puede… y el que no puede, aplaude", murmura alguien por ahí. Seguramente está leyendo un diario. Y, sin saber por qué, recuerdas con rubor que hace una punta de años viste ese graffiti en un baño de Camaná: "Si Alan vuelve… ¡viva Fujimori!".
Mientras tomas la combi, piensas: ¿Y acá, al pie del Misti, pasa lo mismo? ¿La misma porquería? ¿Igualito que en Lima? Sí, Zavalita, en todo lo malo y nauseabundo sabemos competir, palmo a palmo, con la Ciudad de los Reyes (de la corruptela): el Perú estropeado, Arequipa estragada, la estrella del Apra seguía siendo la misma patraña, sólo que ahora edulcorada con aires modernistas, inéditos perros del hortelano, otorongos de la vieja escuela y arribistas con carné vitalicio que ponen los negocios a nombre de la empleada, el chofer o el mozo. ¡Para eso sí somos pilas, Zavalita! Y que Víctor Raúl se revuelque en su tumba y que los cholos no se quejen, porque la servidumbre ahora tiene nuevas plazas laborales: se buscan testaferros para ejercer la rapiña sin miramientos.
Nadie quiere cruzarse de brazos, Zavalita, pero, ¿qué quedaba por hacer? ¿Esperar hasta el 2011 para otra vez empezar desde cero? ¿Descubrir en el camino a los nuevos oportunistas? ¿Keikos y Kenjis o, acaso, Antauros y Ollantas? ¿Queremos, en un futuro próximo, ver desfilar a esas hediondas comparsas de majaderos y sobones como Carlos Raffo o algo de peor estofa como su propio jefe?
El Apra no era un partido, era una peste, Zavalita. La coartada perfecta para decir "quiero cambiar a mi país" cuando la verdad era que sólo querías cambiar el ancho de tu billetera. Pero, ¿y los demás partidos? ¿En dónde estaba la oposición, caramba? ¿Y en dónde estabas tú? ¿Escribiendo? Ojalá escribiendo algo que valga pena… y no andes escribiendo hasta el culo (como ahoritititita, Zavalita).
Y Vargas Llosa afirmando que "el Perú es el país que se jode cada día"; y miríadas de gentes atestando las embajadas de Estados Unidos, España y un largo etcétera que da vuelta a todo el planeta; y por un momento recuerdas el estado de emergencia en Tacna y, hace no mucho, los delirios mesiánicos del presidente regional de Puno que quiere separarse de la patria… y tú, Zavalita, mudo testigo de tanto zafarrancho, impotente y aburrido. Ya no buscas trabajo, ni siquiera intentas conseguirte otro país o una nueva ideología. Ya nada de eso vale la pena: sólo quieres esconderte de tanta porquería, ¿no es cierto? "El que puede, puede… y el que no puede, aplaude", murmura alguien por ahí. Seguramente está leyendo un diario. Y, sin saber por qué, recuerdas con rubor que hace una punta de años viste ese graffiti en un baño de Camaná: "Si Alan vuelve… ¡viva Fujimori!".
Talvez eso era, así se resumía el Perú: una mentira verdadera. Algunos le llaman doble moral, Zavalita.
No comments:
Post a Comment