2012/02/13

El amor por los libros no se enseña, se contagia

Martín Zúñiga nos habla de su pasión por la lectura y, entre otras cosas, nos cuenta que él escribe para aprender. La literatura lo ayudó a comunicarse con el mundo. ¿Son los libros de Bayly y Coelho literatura liviana?

Por Orlando Mazeyra Guillén

Martín Zúñiga Chávez (Cusco, 1983) me dice que la literatura es una cuestión de élites y mi réplica se ampara en la convicción de que hay que combatir eso. Lo cierto es que él, como escritor y gestor cultural (actualmente dicta un taller en la Biblioteca Regional Mario Vargas Llosa), sabe de lo que habla: «Un amigo mío, Álvaro Lasso, me decía que jamás va a llegar un día, hagas lo que hagas, que la sociedad voltee a poner los ojos sobre la literatura. Eso no va a pasar jamás de los jamases. Aunque, claro, se puede intentar, hacer la lucha, ¡hazlo! Ganarás algunos premios, te van a reconocer por fomentar la cultura, como a Javier Arévalo que le dan sus becas o como a Jorge Eslava, pero la literatura –el arte en general– se filtra por los pequeños resquicios de la sociedad, es decir, apenas hay algunos espacios».

–¿Entonces lo único que nos queda es aprovechar al máximo todos los resquicios?

–Claro, por eso me gusta trabajar con niños porque la idea es que a los niños les agrade leer cuando recién están comenzando, porque después la cosa es más complicada.

A propósito de fomentar la lectura, le comento que hay gente que piensa que si los jóvenes van a leer a Paulo Coelho o a Jaime Bayly entonces es preferible que no lean nada.

–¡Yo prefiero que lean! –me dice convencido–. Pienso que la gente que critica a Bayly es porque lo ha leído superficialmente.

–¡Pero lo han leído!

–Claro, tú lees a Bayly y te das cuenta de que, como decía Bolaño, tiene un oído fenomenal. En Los últimos días de La Prensa se habla de un periódico decadente y, luego, te pasa a un mundo nocturno de los jóvenes en las discotecas de Lima, La noche es virgen. ¡Te recrea a Lima a través de la oralidad! Pero si me dicen que no hay que leerlo porque es banal, me parece que no han sabido leerlo. Coelho puede ser tan entretenido, tan fácil de leer, que me hace recordar a John Irving que decía que es más fácil escribir difícil que escribir fácil.

–¿Cómo te gusta que te llamen? ¿Poeta o escritor?

Soy escritor porque en realidad he tenido, como diría Cortázar, la evolución natural: escribo poesía, he pasado al cuento, ahora estoy tocando un poco el ensayo. Pienso que en realidad el título de poeta te lo empieza a poner la gente que tiene contacto con tu obra.

Me entero de que algunos de sus amigos le recomiendan que no se dedique mucho a la gestión cultural. ¿Por qué? «Porque es como invertir tiempo en una obra que no te beneficia directamente a ti. Aunque eso es lo que menos me importa, pues a mí me interesa que al menos, acá en la ciudad, haya espacios, eventos, talleres como el que estoy dictando en la Biblioteca Regional, me interesa que haya más gente involucrada en esto, encontrar nuevos talentos…»

¿A qué edad te das cuenta de que querías ser escritor?

Esto yo lo tomé en serio a los quince o dieciséis años, más o menos. No escribía mucho, pues lo que hacía era leer. Y yo, en realidad, tengo un sueño: ya no escribir, sino dedicarme exclusivamente a leer. Y vivir solamente de leer.

¿Algún libro que recuerdes en especial de esa época en que te iniciaste en la lectura?

Del amor y otros demonios de García Márquez. Mi papá me lo compró debido a que me veía que leía mucho. Y recuerdo otro que me compré yo mismo, la famosa Antología de la literatura fantástica hecha por Bioy Casares y Borges, es un libro que hasta ahora lo tengo ahí. El amor por los libros no se enseña, el amor por los libros se contagia. A veces los padres de familia dicen que no tienen tiempo, pero yo creo que sí te puedes hacer un tiempo, siempre y cuando tengas ese amor por la lectura.

¿Qué buscas con tu escritura?

Escribo para aprender. Escribo porque hay algo que no conozco y entonces quiero conocerlo, quiero saber qué es lo que sucede con eso. Y las palabras nunca te llegan a decir las cosas como realmente son. Hay un abismo entre lo que uno dice y lo que en realidad quiere decir.

¿Qué piensas de la literatura entendida como un ajuste de cuentas?

Es una parte pequeña de lo que es la literatura. Es decir, puedes empezar a escribir a partir de eso, pero no es sólo eso. Te pongo ejemplo lo que le pasó a Dostoievski, su hermano era alcohólico y se había muerto y él quería escribir acerca de esto. Y al final escribe Crimen y castigo, que no habla de esto, sino de tantas cosas que él ni se imaginaba que podía abordar. Cualquier material que tú utilices –la belleza, el primer amor, la muerte de un ser querido– te servirá como punto de partida.

Martín cuenta que él, allá en Cusco, cuando estudiaba en un colegio católico, era muy bueno en matemáticas e incluso ganó un concurso de química. Sin embargo era muy malo comunicándose con las personas, sus amigos tenían tres o cuatro enamoradas y, en cambio, él ninguna: «Y la literatura me ayudó a comunicarme con el mundo». ¿Por qué eligió venir a estudiar literatura a Arequipa y no a Lima? Ensaya muchas respuestas, aunque hay una que me parece la más certera: «Porque sentí que en Lima iba a ser un poeta perdido».

–¿Qué es lo más grato e ingrato de tu paso por la Escuela de Literatura de la Unsa?

–Lo mejor son los amigos que he conocido. Quizá lo peor son las deficiencias educativas que hay en una universidad nacional, sobre todo si hablamos de una Escuela tan dejada de lado, pues Literatura en la Unsa vendría a ser la rueda que está después de la última rueda del coche y esto a pesar del empeño que ponen muchos profesores, porque sí hay pasión por la literatura.

–¿Uno participa en premios para ratificar que es bueno escribiendo?

–Fue mi papá quien me dijo: ¡pruébate para ver si eres bueno para eso!

–¿Para poner a prueba tu talento?

–El talento no se trata de ser el elegido de los dioses, sino de que uno mismo se dé cuenta de para qué cosa es bueno y, así, dedicarse a eso. Hay que aprender y cultivar un talento.

–¿Tienes horarios para escribir?

–Yo soy onettiano, no puedo fijarme horarios. Hay un momento en que sientes que algo te mueve y te impulsa a escribir, es como un monstruo personal que tienes ahí dentro, pero si yo escribiese todos los días de ocho a doce creo que no tendría ningún monstruo…

–¿Qué temas te inquietan?

–Ahora, por ejemplo, me inquieta el poder que tenemos sobre el otro a través de la palabra. Estoy leyendo acerca de esto y de que el lenguaje no fue creado con el fin de comunicarme con el otro, sino con el fin de tener poder sobre el otro. La palabra, de todas las armas que tiene el hombre, es la más sutil y además la más perversa.

–¿Qué escritores peruanos te parecen imprescindibles?

–A parte de nuestro premio Nobel, Reynoso, Loayza, Valdelomar, Oquendo de Amat, Vallejo, Hinostroza, Eielson, Varela, Verástegui…

–¿Cuál es tu escritor favorito?

–Creo que Jorge Luis Borges.

–Si pudieras viajar al pasado, ¿qué pregunta le harías a Borges?

–Por qué le gustaba tanto el café con leche. Él decía que había cosas en el mundo perfectas, combinaciones perfectas, una de ellas era el café con leche.

–¿Qué le falta a Arequipa para tener una mejor movida cultural?

–En Arequipa hay muchos grupos minúsculos de artistas, escritores, músicos, etcétera, que tienen su público, pero hay uno de muchos problemas: todo está alrededor de la Plaza de Armas, en el centro de la ciudad. Hay tareas pendientes: sacar todo del centro de la ciudad e irnos a Ciudad de Dios, Cono Norte o Hunter y, a su vez, crear público interesado en estos lugares y de paso tratar de unir a todos estos grupos de artistas.

Le comento que un amigo común me dijo que Martín tenía la fortuna de no conocer lo que es la depresión. «No me doy tiempo para deprimirme, pero sí me he deprimido alguna vez. Igual me pasa con la felicidad pues, como decía Luis Hernández, nunca he sido totalmente feliz pero al menos he perdido varias veces la felicidad».

–¿El mundo está mal hecho?

–No sé si el mundo es o no es. De repente el mundo es también una ficción. Yo parto de la convicción de que no sé, ¡quiero aprender! Hay muchas cosas en esta vida que no sé y que quiero aprender, por eso escribo.

La charla es tan amena que se nos pasan las horas. Las primeras gotas de lo que más tarde será una lluvia furibunda nos sorprenden con una pregunta de Martín que todavía no tiene respuesta: «¿De qué hablaría una novela que hoy escandalice a la ciudad? Una novela que en la sociedad actual, donde hay tanto libertinaje, produzca escándalo en Lima, Iquitos y Arequipa. En una época tuviste On the road (En el camino) de Jack Kerouac, que provocó un gran escándalo en su aparición, tuviste Madame Bovary de Flaubert, ¿qué tendrías que escribir ahora para generar polémica? ¿Por dónde aguijonear a la gente?». Difícil saberlo –imaginarlo, sin duda, estimula los sentidos–, lo más probable es que el tiempo nos dé una pronta respuesta. Mientras tanto, habrá que seguir leyendo, contagiando ese amor por los libros como sabe hacerlo tan bien Martín Zúñiga.

Publicado en el diario El Pueblo el domingo 12 de febrero de 2012.

1 comment:

LuchinG said...

Ojalá que Martíon Zúñiga vea esto: Por supuesto que entre leer y no leer, es preferible leer; pero esas no son realmente las opciones disponibles, no sólo está Coelho en la librerías. Debe haber un mar de libros sencillos, entretenidos y de calidad. Además, lo peor de todo, es que se pone a decir de frente, sin nudos ni conflictos, con personajes que parecen, todo lo que la gente quiere oir, con la profundidad de un mensaje de serpentina de fiesta infantil. Así como la pornografía no te lleva al cine, Coelho no te lleva a la literatura. Por favor no metas a los niños a un callejón sin salida.