En la imagen: el tándem del asco. El asesino japonés y su heredera. Que esperen al 2032.
La justicia ha hablado y el Perú lo agradece hasta el infinito. Kenya Fujimori tendrá que purgar condena hasta el año 2032. Es un día para festejar, lavemos e icemos las banderas a lo largo y ancho de la patria, y encontrémonos en un abrazo jubiloso que ojalá no se termine nunca: la bosta mayor de todo el excremento fujimorista que ensució y sigue ensuciando a nuestro país tiene y debe perecer tras las rejas (que así sea. Amén).
Pero no todo es color de rosa, hoy más que nunca tenemos que estar atentos: nadie puede descartar que más pronto que tarde el aprismo metería su cuchara, como suele ser su costumbre. Alan García ya lo ha dejado en claro en uno de sus raptos de sinceramiento alevoso: él decidirá (como ya lo hizo en 1990) quién será su sucesor. Es más que probable que el líder del Apra le allane el camino a la hija del sátrapa y –toquemos madera con todos los nudillos de pies y manos– le regale el indulto a su padre antes de retirarse para siempre de Palacio de Gobierno. Gesto inequívoco de la más cínica simpatía… si no pregúntenle al autor de Conversación en La Catedral, que hoy preside la comisión del Museo de la Memoria.
Contrario a lo que parece, esto no ha acabado: recién empieza. La historia tiene giros azarosos y puntos de inflexión que son casi siempre insospechados y en donde el derrotado, luego de supercherías y reveses propios del realismo mágico, resulta siendo el vencedor (para muestra un botón macondiano: Alan García, ayer asilado político en la tierra de García Márquez, hoy es el presidente del Perú).
Prohibido olvidar: hace 17 años, Kenya Fujimori instauró la dictadura más hedionda de nuestra historia republicana; hoy, esta pena (de muerte, por la edad del ex-aspirante al senado japonés), puede servirle como espaldarazo definitivo a su hija Keiko que pretende ser la primera presidenta del Perú (las elecciones la han puesto a la cabeza en la encuestas limeñas y, además, como virtual ganadora en una posible segunda vuelta con Ollanta Humala).
Lo que viene de aquí en más es esa guerra sucia y encarnizada, plagada de supuestos mesías, outsiders y payasos de diversa laya, que es, por definición, toda contienda electoral en nuestro país. ¿Los candidatos? Por ahora bosquejemos una terna del espanto: Keiko Sofía Fujimori Higuchi, Ollanta Humala Tasso y posiblemente Jaime Bayly Letts. ¿Alguien más? Mejor no seguir porque en esta lista la escoria se confunde con la falsa izquierda y, por si fuera poco, asoman ribetes cómicos y, cuándo no, disforzados e hipócritas a más no poder.
El recurso del gobierno de turno –utilizado en su momento para ensuciar al Fredemo y tumbarse a Vargas Llosa– será educar al electarado (sic) en la cultura del terror (se le podría llamar terrorismo periodístico, sin querer sonar aparatosos): no votar por quien representa el cambio, no votar por los que prometan que los crímenes de Cayara, Accomarca y El Frontón no quedarán impunes.
Lo sabemos todos: en política la escuela del terror da cuantiosos resultados; es por eso que hoy estamos embarcados en ese socarrón “cambio responsable” que enarbola este aprismo de petroaudios y ratas gordas, cleptómanas y soberbias que le siguen regalando el país a los chilenos.
Los libros de historia (la oficial, la que todos deberán leer y aprender) dirán que el 7 de abril del 2009 la justicia habló y nos dio un respiro en esta ciénaga de la sordidez y la inmundicia. Ojalá, pues, que el 28 de julio de 2011 todos juntos ratifiquemos el cambio y no repitamos errores del pasado. Mejor que mejor si no precisamos de taparnos la nariz cuando acudamos a las urnas.
Ojalá erradiquemos al electarado y lo convirtamos por fin y para siempre en ELECTORADO. Hoy festejamos que Kenya Fujimori morirá en prisión. Ojalá pronto logremos que otros lo acompañen.
Porque sólo los imbéciles y los fanáticos enceguecidos vieron en Fujimori a nuestro Chinochet. Y esos son los mismos que seguramente verán en Keiko a nuestra Michelle Bachelet en versión peruano-nipona. No queremos a Kenyi colocando sus posaderas sobre una curul del congreso. Por favor, que nos dejen de gobernar el asco y la verguenza.
¡LA JUSTICIA HABLÓ! INSISTO: NO NOS SIGAMOS EQUIVOCANDO.
Pero no todo es color de rosa, hoy más que nunca tenemos que estar atentos: nadie puede descartar que más pronto que tarde el aprismo metería su cuchara, como suele ser su costumbre. Alan García ya lo ha dejado en claro en uno de sus raptos de sinceramiento alevoso: él decidirá (como ya lo hizo en 1990) quién será su sucesor. Es más que probable que el líder del Apra le allane el camino a la hija del sátrapa y –toquemos madera con todos los nudillos de pies y manos– le regale el indulto a su padre antes de retirarse para siempre de Palacio de Gobierno. Gesto inequívoco de la más cínica simpatía… si no pregúntenle al autor de Conversación en La Catedral, que hoy preside la comisión del Museo de la Memoria.
Contrario a lo que parece, esto no ha acabado: recién empieza. La historia tiene giros azarosos y puntos de inflexión que son casi siempre insospechados y en donde el derrotado, luego de supercherías y reveses propios del realismo mágico, resulta siendo el vencedor (para muestra un botón macondiano: Alan García, ayer asilado político en la tierra de García Márquez, hoy es el presidente del Perú).
Prohibido olvidar: hace 17 años, Kenya Fujimori instauró la dictadura más hedionda de nuestra historia republicana; hoy, esta pena (de muerte, por la edad del ex-aspirante al senado japonés), puede servirle como espaldarazo definitivo a su hija Keiko que pretende ser la primera presidenta del Perú (las elecciones la han puesto a la cabeza en la encuestas limeñas y, además, como virtual ganadora en una posible segunda vuelta con Ollanta Humala).
Lo que viene de aquí en más es esa guerra sucia y encarnizada, plagada de supuestos mesías, outsiders y payasos de diversa laya, que es, por definición, toda contienda electoral en nuestro país. ¿Los candidatos? Por ahora bosquejemos una terna del espanto: Keiko Sofía Fujimori Higuchi, Ollanta Humala Tasso y posiblemente Jaime Bayly Letts. ¿Alguien más? Mejor no seguir porque en esta lista la escoria se confunde con la falsa izquierda y, por si fuera poco, asoman ribetes cómicos y, cuándo no, disforzados e hipócritas a más no poder.
El recurso del gobierno de turno –utilizado en su momento para ensuciar al Fredemo y tumbarse a Vargas Llosa– será educar al electarado (sic) en la cultura del terror (se le podría llamar terrorismo periodístico, sin querer sonar aparatosos): no votar por quien representa el cambio, no votar por los que prometan que los crímenes de Cayara, Accomarca y El Frontón no quedarán impunes.
Lo sabemos todos: en política la escuela del terror da cuantiosos resultados; es por eso que hoy estamos embarcados en ese socarrón “cambio responsable” que enarbola este aprismo de petroaudios y ratas gordas, cleptómanas y soberbias que le siguen regalando el país a los chilenos.
Los libros de historia (la oficial, la que todos deberán leer y aprender) dirán que el 7 de abril del 2009 la justicia habló y nos dio un respiro en esta ciénaga de la sordidez y la inmundicia. Ojalá, pues, que el 28 de julio de 2011 todos juntos ratifiquemos el cambio y no repitamos errores del pasado. Mejor que mejor si no precisamos de taparnos la nariz cuando acudamos a las urnas.
Ojalá erradiquemos al electarado y lo convirtamos por fin y para siempre en ELECTORADO. Hoy festejamos que Kenya Fujimori morirá en prisión. Ojalá pronto logremos que otros lo acompañen.
Porque sólo los imbéciles y los fanáticos enceguecidos vieron en Fujimori a nuestro Chinochet. Y esos son los mismos que seguramente verán en Keiko a nuestra Michelle Bachelet en versión peruano-nipona. No queremos a Kenyi colocando sus posaderas sobre una curul del congreso. Por favor, que nos dejen de gobernar el asco y la verguenza.
¡LA JUSTICIA HABLÓ! INSISTO: NO NOS SIGAMOS EQUIVOCANDO.
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