No pondré nombres porque el discurso y las preocupaciones eran las mismas. Todas sus preocupaciones recorrían idéntico camino y las resumiría en un par de frases engañosas pero, a fuer de repetidas, reveladoras: “la gente quiere saber”, “el pueblo peruano quiere saber”. ¿Qué es lo que la gente o el pueblo peruano querían saber, según estos aguerridos periodistas, repentinamente devenidos en los representantes naturales de lo que realmente interesa al grueso de la población?
Pues el nombre del futuro primer ministro, el nombre del futuro ministro de economía o qué iban hacer para que la Bolsa no reaccionara negativamente. También querían que les dijeran que los TLC se iban a respetar, que las líneas maestras de la economía no se alterarían, en realidad querían que les dijeran que todo iba e ser como antes y que las elecciones sólo habían sido la parte coral del sainete democrático que reclama este acto. Querían que les dijeran que Ollanta era solo un espejismo y que mañana todo seguiría igual. Bajo la consigna, lógica pero falaz, de que no hay que detener el crecimiento económico, se arrogaban la representatividad del pueblo, mutaban en la gente de todos los días, de la que suda para llegar a fin de mes entregando porciones de su humanidad y querían una respuesta. Nunca escuché tantas veces invocar la gente y nunca estuve tan seguro que sustituían la gente por el nosotros, sin intuir que entre ellos y la gente que invocaban hay un abismo de privilegios que sin ser injustos deforman la percepción de la realidad.
¿Alguien, en su sano juicio, cree que a la multitud reunida en la Plaza 2 de Mayo le interesaban los nombres de los futuros ministros, o la actitud ante los TLC, etc.? En ese día, al menos, no. Esa multitud, que cumplió con la tarea histórica de impedir que se repita la dictadura, sólo quería festejar, quería sentir que la manipulación a la que son sometidos a diario tiene un límite y que ellos habían sabido trazarlo al desoír la incalificable campaña mediática contra su candidato.
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Comparto desde el muro de Facebook del escritor Selenco Vega la nueva versión del cuento de Tito Monterroso:
Pues el nombre del futuro primer ministro, el nombre del futuro ministro de economía o qué iban hacer para que la Bolsa no reaccionara negativamente. También querían que les dijeran que los TLC se iban a respetar, que las líneas maestras de la economía no se alterarían, en realidad querían que les dijeran que todo iba e ser como antes y que las elecciones sólo habían sido la parte coral del sainete democrático que reclama este acto. Querían que les dijeran que Ollanta era solo un espejismo y que mañana todo seguiría igual. Bajo la consigna, lógica pero falaz, de que no hay que detener el crecimiento económico, se arrogaban la representatividad del pueblo, mutaban en la gente de todos los días, de la que suda para llegar a fin de mes entregando porciones de su humanidad y querían una respuesta. Nunca escuché tantas veces invocar la gente y nunca estuve tan seguro que sustituían la gente por el nosotros, sin intuir que entre ellos y la gente que invocaban hay un abismo de privilegios que sin ser injustos deforman la percepción de la realidad.
¿Alguien, en su sano juicio, cree que a la multitud reunida en la Plaza 2 de Mayo le interesaban los nombres de los futuros ministros, o la actitud ante los TLC, etc.? En ese día, al menos, no. Esa multitud, que cumplió con la tarea histórica de impedir que se repita la dictadura, sólo quería festejar, quería sentir que la manipulación a la que son sometidos a diario tiene un límite y que ellos habían sabido trazarlo al desoír la incalificable campaña mediática contra su candidato.
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Comparto desde el muro de Facebook del escritor Selenco Vega la nueva versión del cuento de Tito Monterroso:
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