Usted mismo ha recordado una vez
que Ernest Hemingway, cuando terminaba un relato, se sentía vacío, triste y
feliz al mismo tiempo, como si hubiera acabado de hacer el amor. Usted, ¿cómo
se siente en esas ocasiones?
Es muy exacto eso. Cuando uno
termina una novela, siente un vacío, una nostalgia, y también una incomodidad,
porque una novela llega a formar parte de la vida de uno, es una cosa que se
integra enteramente a la existencia de uno. Y de pronto queda privado de eso.
Supongo que le ocurre al alcohólico que deja de beber, o al drogadicto que deja
de drogarse. Hay algo que era no un ingrediente, sino en verdad su vida entera,
que de pronto le ha sido arrebatado.
M.V.LL. en diálogo con R.A.S.
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