La casa en donde nació Mario
Vargas Llosa (avenida Parra 101) se ha transformado en un bello museo (físico
y) virtual que nos sumerge en la vida y obra del escritor. Gran esfuerzo de,
entre otros, su primo Luis Llosa Urquidi que, al inicio, nos transporta a la
Arequipa del siglo pasado (año 1936, en que nace MVLl) y nos narra fragmentos
importantes de la intensa vida del novelista. Se pudo hacer mucho mejor, a mi
modesto entender, pero luego de visitarlo no tengo más que aplausos para los gestores de estos ambientes que todos los arequipeños debemos visitar cuanto antes.
Una de las mejores
partes (y que me hizo recordar a Oswaldo Reynoso conversando con sus personajes
de Los Inocentes, quienes, en
una escenificación durante la presentación de sus libros, le reclamaban que
él los había olvidado: Cara de Ángel, el Rosquita, etcétera) es aquella donde el autor de Conversación en La Catedral se sienta en la misma mesa con algunos
de sus más recordados personajes: Santiago Zavala, el ‘poeta’ Alberto Fernández
y Lituma, todos ellos le reclaman, a su creador, que les diga la verdad de las mentiras y le
advierten que ya no le pertenecen y, por lo tanto, lo van a sobrevivir. Al
final del diálogo, Lituma, piuranísimo, le dice con notorio desdén: “Adiós, serranito de Arequipa”.
¡Excelente!
Nota.- Patético, para variar, el señor Juan Manuel Guillén Benavides invitando sólo a su collera y dando un discurso casi entre lágrimas, pretendiendo contagiar su 'emoción' a los presentes. Florón de la corona: hizo que su hija y su sobrina le entregaran un obsequio al Premio Nobel: sólo faltó la suegra y la entenada. Una mención especial se merece una señora que funge de Jefa de Prensa del Gobierno Regional, muy maleducada y violenta que, pensando que yo no era de Arequipa ni colaborador de ningún medio quiso impedir mi ingreso a la casa de Mario Vargas Llosa. ¡Esa es la gente del Gobierno
Regional de Arequipa! Fue ella quien contestaba el celular a cada nada dentro del museo, incomodando a los periodistas presentes: una de sus colegas la codeó suavemente para que apagara el aparato pero ella no se dio por enterada: en vez de disfrutar del museo se la pasó conversando por celular o durmiendo.
No comments:
Post a Comment