La cuarta edición del
Hay Festival Arequipa trae de vuelta a casa a Mario Vargas Llosa, el verdadero
culpable de que este evento de primera fila se lleve a cabo anualmente en su
tierra natal a partir del año 2015.
Este
retorno —que se ha vuelto recurrente desde que la Biblioteca Regional de la
calle San Francisco lleva su nombre— dista mucho de ser como el de los años
cuarenta del siglo pasado, que él recuerda como una gran aventura: «el viaje a
Arequipa con mi madre, la abuelita y la Mamaé, en 1940, para asistir al
Congreso Eucarístico, en Arequipa, la tierra solar, que se mantenía viva en las
anécdotas innumerables y la nostalgia de la familia. Estuvimos alojados en casa
del tío Eduardo, que era juez, solterón y bondadoso; su cocinera Inocencia
preparaba unos candentes chupes en los que sobresalían unos monstruos crustáceos,
de cáscara rojiza y pinzas articuladas que me fascinaron. Recuerdo aquel viaje
como una exaltante expedición: el tren Cochabamba a la Paz; las calles empinadas
de la capital boliviana; el vaporcito que cruzaba el Titicaca de noche, hasta la
llegada a Puno, en el amanecer. Y, luego, nuevamente, el tren hasta la Ciudad Blanca.
Allí estaban tantas cosas conocidas hasta entonces sólo de oídas: las casas de
sillar; el Misti y los volcanes; la casita donde nací, que me mostraron, en el Boulevard Parra, el queso helado y las pastas de La Ibérica. Los rezos y cantos multitudinarios del Congreso Eucarístico me asustaban, y, todavía más, la voz del orador, un hombre importantísimo, de corbata pajarita, que señalaban con el dedo: Víctor Andrés Belaunde. Cuando regresamos a Cochabamba, yo me sentía ya grande».
Hoy, con 82 años a cuestas y con una vida de novela que ni el propio escriba boliviano Pedro Camacho hubiera imaginado, el Premio Nobel de Literatura arequipeño podría ser descrito como un personaje de su notable ficción “La tía Julia y el escribidor” (para ser preciso como una de las creaturas de los desaforados radioteatros): «Como todo ser elevado por sobre la medianía, era discutido, criticado y verbalmente escarnecido por sus colegas, esos incapaces (a diferencia de él) de producir milagros».
(La nota completa aparece hoy en la página 16 del diario El Pueblo de Arequipa)
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