Foto: Boris Mercado Mar |
«San Martín está que se cae, que se cae del
caballo», mientras la curia celebra, con cautelosa solemnidad y sotanas
maculadas de semen, sus atroces porquerías: «¡Ya era tiempo! Sentado en
veranoinvierno, primaveraotoño. Siempre, siempre mirando: mirando al mar». Esta
tarde-noche la estatua ecuestre del Libertador contempla a Juan Carlos
Ferrando, exudando su homosexualidad con el torso desnudo —ella se sabe gorda,
no cree en pastillas milagrosas ni en dietas asesinas— mientras Coco Marusix,
histriónico, les sonríe a los fanáticos apoyado en su bastón. No todos tienen
razones para festejar. Las cosas claras: los años no pasan en vano.
El día de San Pedro y San Pablo, 29
de junio, se realizó la marcha del orgullo gay. El movimiento homosexual del
país —que reúne a gays, lesbianas, bisexuales y transexuales— literalmente tomó
la plaza San Martín. Llegaron, entre otros, activistas argentinos y chilenos,
quienes se aunaron a su viejo reclamo de igualdad: «No quiero ser feliz con
permiso de la policía», dejó dicho Martín Adán. Podríamos recordar también a
Abraham Valdelomar, Juan Gonzalo Rose y siguen firmas.
Oswaldo Reynoso nunca quiso que se
lo encasillara como gay u homosexual, sino como ‘homosensual’. Y
‘homosensualidad’ es precisamente lo que destila Jessica Rosas —en realidad su
nombre artístico es Jessie Xtravaganza; trabaja haciendo shows en discotecas y
es voluntaria en el Ministerio de Salud apoyando en las campañas de prevención
del VIH— mientras imita a Madonna en el escenario: «¿Te gustó?», me pregunta
con un gesto seductor no exento de ternura y me escudriña con sus lentes de
contacto. Le digo que sí, que estuvo bueno y le pregunto su edad. Treinta.
Pienso que si bien nació con sexo masculino, sabe mentir (o le gusta mentir
respecto a la edad) como mujer. Lleva realizando estos espectáculos apenas tres
años.
«¿Eres homosexual o bisexual?»,
pregunto. «¡Transgénero! —aclara con énfasis mientras nos alejamos del ruidoso
escenario; y palomillas y curiosos me miran con ojos traviesos como si pensaran
que le estoy sacando plan—. Hay mucha confusión al respecto. Ojo, no sólo en el
público en general, sino dentro del mismo ambiente gay. Pocos tienen en claro
las categorías o el tipo de gay que son. Transgénero es toda persona que se
siente identificada con el género opuesto a su género biológico. Tú, por
ejemplo, has nacido con un pene, ¿no? Eso significa que perteneces al género
masculino, pero no necesariamente tiene que ser así. En el caso de las mujeres
ocurre igual: nacen como mujeres biológicas, es decir, con vagina; pero no se
sienten mujeres para nada: en su forma de vestir o en su forma de hablar… Son
apenas dos ejemplos cuando me refiero a la forma de hablar o vestir. Y entonces
se comportan como hombres y su identidad de género es masculina».
—¿Por qué hay tanta desinformación
al respecto?
—Porque en el Perú no se aprueba la
ley de identidad de género y quiero aprovechar esta oportunidad para pedirle a
los legisladores peruanos que aprueben de una vez por todas esta ley porque yo
no tengo un DNI que me represente. ¡Mi DNI miente! No te tengo que poner como
ejemplo el Primer Mundo, acá nomás en Argentina los gays tienen leyes que los
reconocen como tales. No es necesario que te operes, ah. O sea, simplemente es
cómo te sientes, cómo quieres ser tratado por la sociedad y punto. Se acabó.
—Entiendo que tú quieres que en tu
DNI aparezca que tu sexo es femenino.
—¡Claro! Mi género es femenino. Y no
tiene nada que ver con la orientación sexual.
Jessica me explica que tiene varios
amigos transgénero: es decir, personas
que son biológicamente varones pero que se visten como mujeres. Algunos de
ellos, sin embargo, a pesar utilizar maquillaje, prendas femeninas y
comportarse como mujeres —en la calle, en discotecas, en la vida pública o
nocturna—, no gustan de tener sexo con
hombres. Ergo, en la cama sí respetan su género biológico: «la identidad de género es
muy relativa, muy flexible».
¿A qué edad se dio cuenta de que se
sentía más mujer que hombre? «Desde los seis años, más o menos. Me gustaba
jugar con muñecas, jugar a la cocinita, ese tipo de juegos que no son
precisamente masculinos. Me sentía una niña, tal cual como en la película Mi vida en rosa del director Alain
Berliner».
—¿Eso les habrá preocupado mucho a
tus padres, no?
—No. A mi mamá. Yo no me crié con mi
papá.
—¿Y nunca te has puesto a pensar que
ha influido mucho en ‘esto’ la ausencia de la figura paterna en casa?
—De ninguna manera. Yo pienso que es
algo biológico: naces con esto. Así nací.
«Mi madre me llevó a un montón de
psicólogos y me hizo hacer terapias. Pero eso no es nada. Lo más difícil fue
aceptarme yo misma, en la soledad, mirándome frente al espejo: qué importa si
los demás te aceptan o no, si tú no eres capaz de aceptarte tal y como eres. Yo
creo que por eso hay tantos suicidios y tanto dolor. Es cierto: la sociedad te
discrimina, entonces es como nadar contracorriente, ¡algo muy duro!».
—¿Sientes que Lima es una ciudad
cada vez menos represiva con los gays?
—No se puede generalizar. Aunque sí,
¡todavía estamos un poco atrasaditos, ah! La mentalidad machista es todavía muy
dominante en el Perú.
—¿Sueñas con que algún día se pueda
celebrar el primer matrimonio gay en el Perú o lo ves muy remoto?
—Yo pienso que sí, ya estamos en
camino. Se ha avanzado mucho.
—¿La experiencia más traumática por
la que has pasado?
—El poderme aceptar. Es horrible el
tener esa vergüenza, ese temor de que tu familia se entere, de que te pongas a
pensar cómo van a reaccionar. Es un cambio radical: toda una vida te comportas
como hombre y, de pronto, un día apareces convertido en mujer, con el cabello
largo, con maquillaje y diciendo: «¿saben qué? Ahora quiero que me llamen
Jessica». No te puedes imaginar: te afecta mil veces más a ti que a los demás.
—Me hablaste del suicidio. ¿Alguna
vez contemplaste esta posibilidad?
—No —responde con seguridad—. Yo
creo que estoy acá cumpliendo una misión. Ahora soy más feliz que nunca, pues
he asumido la identidad de género con la que siento bien que es la femenina y
realizando mis shows artísticos que es lo que más me gusta.
Foto: Boris Mercado Mar |
Aunque, al
fin y al cabo, ella se sabe distinta, singular. ¿Qué es lo más bonito de ser
distinta? «¡Ah, qué bonita pregunta! —y se acomoda el pelo con una mano, con la
otra sostiene una corona parecida a las que usan las reinas de belleza—. Pues
todos somos distintos y todos somos únicos. Es como la naturaleza: tú puedes
encontrarte con plantas que son hermafroditas y en el reino animal hay muchos
casos también. Esto es algo natural y todos, absolutamente todos, somos
distintos».
Le
pregunto sobre los hombres que dicen tener repulsión hacia los gays: «yo creo
que en el fondo es temor, miedo a conocerse. Tienen miedo a lo nuevo, a lo
diferente y que, sin embargo, les puede gustar: todos tenemos algo de hombre y
algo de mujer».
—Tú que eres voluntaria en el
Ministerio de Salud, ¿cómo ves el panorama del VIH? ¿La gente se está
protegiendo más?
—Estamos adquiriendo conciencia. Hay
mucha campaña e información. Y la mejor lección te la da la vida: cuando ves
que tus amigos, familiares o conocidos se enferman. Primero son portadores y
luego llegan a etapa Sida. Eso sí es lo más fuerte que nos puede pasar. La
gente, en general, inclusive los heterosexuales, deben tomar conciencia de
esto. He visto a muchos amigos caer en etapa Sida y los he visto morir. Esto
fue lo que me animó a formar parte del voluntariado del Ministerio de Salud y
además me gusta hacerlo. Es una forma de sentirme bien ayudando, sobre todo a
mis pares que son gays, ‘trans’, etcétera.
Tuvo una pareja estable hasta hace
un par de años. Aunque, por ahora, está sola: dedicada a su trabajo al cien por
ciento. ¿Sueña con casarse en un futuro? «No», responde sonriendo con
escepticismo. «Me gustaría tener una pareja ideal como, creo, a todo el mundo…
ya llegará». ¿Adoptar? Vuelve a reír: «por ahora no pienso en eso. Vivo el
presente y haber sido convocada a este evento para mí significa muchísimo, no
te imaginas: he imitado a Madonna en la Plaza San Martín y con harta gente como
puedes ver».
Admira mucho a Madonna, quizá porque
la artista norteamericana tiene todo lo que ella ansía (esta afirmación es muy
arriesgada, atrevida e indecorosa, lo sé). Jessica viajó hasta Buenos Aires
para poder estar en un concierto de expareja de Sean Penn. Cuenta que estuvo en
primera fila y la cantante le dijo: I
like you. Jessica asistió trajeada con un corsé muy parecido al de la reina
del pop. «I like you
because you laugh at everything I say. Mejor te lo digo en
español: me gustas porque tú te ríes de todo lo que yo digo». Y yo me río —como aparentemente lo hizo
Madonna—, pienso que Jessica es una persona muy ganada por la ficción. O yo un
incrédulo. Quién sabe. «¿No me crees, no? Fue como éste: uno de los mejores
días de mi vida».
Orlando Mazeyra Guillén
Plaza San Martín
Plaza San Martín
Lima, 29 de junio de 2013
Foto: Boris Mercado Mar |
No comments:
Post a Comment