—Es que hay algo que no entiendo —aventuró Fonchito, incómodo—. Sobre ti, papá. Siempre te gustó el arte, la
pintura, la música, los libros. Es de lo único que hablas con tanta pasión. ¿Y,
entonces, por qué te hiciste abogado? ¿Por qué has dedicado toda tu vida a
trabajar en una compañía de seguros? Debiste hacerte un pintor, un músico, en
fin, no sé. ¿Por qué no seguiste tu vocación?
Don Rigoberto asintió y reflexionó
un momento antes de responder.
—Por cobarde, hijito —murmuró al
fin—. Por falta de fe en mí mismo. Nunca
creí que tuviera talento para ser artista de verdad. Pero tal vez eso era un
pretexto para no intentarlo. Decidí no ser un creador, sólo un mero consumidor
de arte, un diletante de la cultura. Fue por cobarde, es la triste verdad. Así
que, ya lo sabes. No vayas a seguir mi ejemplo. Cualquiera que sea tu vocación, síguela
a fondo y no hagas como yo, no la traiciones.
Mario
Vargas Losa, El héroe discreto
(fragmento de la página 208)
(fragmento de la página 208)
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