En Hildebrandt en sus trece - Edición 220 |
El problema no es la gente —Paula y sus deseos de tirar un rato—, tampoco el tiempo —todos los libros que me falta leer—. El conflicto verdadero es con las palabras. Ya están gastadas, hay que buscar otras, construir nuevos puentes con frases que sean las cimas que se aproximen a tus simas. Por dar sólo un ejemplo: siempre me han seducido las palabras que suenan igual pero se escriben distinto y, claro, no significan lo mismo: prefiero ser un escritor incipiente, que un ser humano insipiente. Una verdad: soy más lo segundo que lo primero. Lástima.
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