En la edición Nro. 187 del semanario Hildebrandt en sus trece (31 de enero de 2014) |
(...)
Me hago del paraguas y ni siquiera lo abro. Corro, ansioso, saboreando el primer vaso: el primero siempre es el mejor, pienso.¡Seis meses!, me digo, ¡seis meses, seis meses! Tomo un taxi rumbo a la plaza y descubro que apenas hacían falta dos noches más para que fueran siete.Las lunas del coche se empañan y la ciudad me resulta un ente borroso, indescifrable. Me retiro los lentes y los seco. ¿Qué me mueve a persistir en el error?
Igual que Andrelo me pregunto muchas veces: "¿dónde está?". Será solamente una palabra...
Creo que todos buscamos lo mismo:
no sabemos muy bien qué es ni dónde está.
Oímos hablar de la hermana más hermosa
que se busca y no se puede encontrar.
La conocen los que la perdieron,
los que la vieron de cerca, irse muy lejos,
y los que la volvieron a encontrar…
La conocen los presos:
la libertad.
Algunos faloperos,
algunos con problemas de dinero,
porque se despiertan soñándola,
algunos que nacieron en el tiempo equivocado:
la libertad.
Todos los marginales del fin del mundo,
esclavos de alguna necesidad,
los que sueñan despiertos,
los que no pueden dormir:
la libertad.
Algunos tristemente enamorados,
pagando todavía el precio del amor.
Algunos que no pueden esperar,
y no aguantan más la necesidad…
Algunos cautivos de eso,
que no saben dónde mirar,
tengo algunos hermanos y una hermana muy hermosa:
la libertad.
Igual que Norberto, me pregunto muchas veces:
“¿Dónde está?” Y no dejo de pensar:
“será solamente una palabra, la hermana hermosa:
la LIBERTAD”.
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