Algunos lectores profanos creemos que los mejores libros son aquellos que hablan de nosotros: aquellas obras que, de alguna manera, podríamos haber escrito (aunque nunca nos atrevimos). Arequipa, lámpara incandescente habla de nuestros fantasmas, aquellos que nos enfrentan a nuestros traumas y desvaríos. Es también un ejercicio de la impudicia más sutil. Oxímoron, claro. Contradicción. Hoy, martes 29 de julio, a las 7 de la noche, Oswaldo Reynoso presenta su último libro en la Feria Internacional del Libro de Lima. Me hubiera gustado estar allí, para abrazarlo y, luego, terminar en un bar discutiendo en medio de una lluvia de oro líquido con espuma... nunca poniéndonos de acuerdo, pero -a pesar de sus yerros, necedades y defectos- teniendo siempre la sensación de estar al lado de la juventud ornada con canas, o algo así... que no se puede explicar. Gracias, Oswaldo.
«Salieron, y si en Dahlmann no había esperanza, tampoco había temor. Sintió, al atravesar el umbral, que morir en una pelea a cuchillo, a cielo abierto y acometiendo, hubiera sido una liberación para él, una felicidad y una fiesta, en la primera noche del sanatorio, cuando le clavaron la aguja. Sintió que si él, entonces, hubiera podido elegir o soñar su muerte, ésta es la muerte que hubiera elegido o soñado» (Jorge Luis Borges, El Sur).
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