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Hernán Casciari, aparte de narrador, un apasionado del fútbol. |
Por Orlando Mazeyra Guillén
Hernán Casciari (Buenos Aires, 1971) tiene sus
propios paquetes con tabaco y él arma sus cigarrillos artesanalmente. “Sin
filtro son muchísimo más dañinos”, le comento. “Sí”, lo reconoce con un halo de
fruición. “En Argentina me preguntan si es una costumbre catalana y en
Barcelona me preguntan si es una costumbre argentina”. Aparte de fumar, bebe,
de rato en rato, una Sprite helada mientras cae la noche limeña en las afueras
del hotel Mariel de Miraflores. Quizá ganar premios desde muy joven haya
inflado el ego del anfitrión de Orsai. “Lo que empezó en blog
puede convertirse en cualquier cosa”, anuncia la página de una exitosa revista
que sale de imprenta y también se distribuye por la web en formato PDF, no
obstante, ni siquiera se considera un narrador. Casciari ha obtenido el primer
premio de novela en la Bienal de Arte de Buenos Aires (1991) y el famoso premio
internacional de cuento Juan Rulfo, que organiza Radio Francia Internacional
(1998).
“Hace poco un escritor español me dijo que el ego
es un ingrediente importante en la creación” —le comento mientras él prepara un
nuevo pucho—, me dijo: “¿si no por qué crees que los argentinos son tan buenos
escritores?”.
Él celebra el comentario con una risa intensa y
contagiosa: “yo creo que el ego tiene mala prensa pero no es algo tan malo,
sobre todo cuando te dedicas a comunicar. Para comunicar hay que tener la
convicción de que tienes algo que decir y eso ya forma parte de un ego. Hay que
ser autosuficiente: no ser tímido, por ejemplo, y no lo digo solo en la
oralidad, sino también en la prosa. No hay que trabajar con timidez y me parece
que esas son ventajas que te dan una determinada seguridad. Y creo que el
argentino tiene las grandes desventajas del ego (no las ventajas del ego): no
tiene nada para decir pero lo dice bien fuerte. Y eso puede resultar incluso
caricaturesco. Yo vivo hace muchos años en España y reconozco muy
rápidamente a un argentino conversando justamente porque el ego viene por
delante”.
—También la mordacidad del
argentino en las bromas… el cine: Ricardo Darín, por citarte un ejemplo
insoslayable…
Sí, las historias, tanto del cine, la literatura,
como de la vida cotidiana, están emparentadas con el cinismo. Y el sarcasmo
viene, me da la impresión, porque si no nos reímos de nosotros mismos entonces
no nos queda nada.
TIMIDEZ NARRATIVA Y EL PORNO
—Hernán, quiero que incidas en lo
referente a la “timidez narrativa”.
Me refiero a cuando uno es poco desenfadado y nos
apoyamos en la solemnidad. Muchas veces, la falta de seguridad genera que te
apoyes en pilares que tienen que ver con la solemnidad y con la corrección. Y
en el momento en que te puedes reír de ti mismo, me parece que es cuando te
conviertes en un personaje maléfico de tu propia obra y empiezas a “empatizar”
un poco más con el lector. Más que un escritor, yo soy un comunicador.
Necesito, en general, que se me entienda primero y después, si hay suerte,
lograr emocionar o divertir; y utilizo mucho el humor para eso porque me parece
que es un código común. Pero no me siento un escritor que diga cosas muy
inteligentes, sino que soy muy de la era digital. Mis necesidades pasan por
entretener o por emocionar rápidamente. Lo mío es más de microondas que de
horno a leña.
—Necesitas emocionar y conmover porque
algunos te emocionaron y te conmovieron…
No. Necesito emocionar y conmover cuando escribo
en Internet porque estoy compitiendo con el porno que es la pestaña de al lado.
Cuando escribes para un lector que está en un monitor, no es lo mismo que
cuando lo haces para un lector que está sentado en un sofá, un domingo en la
tarde. Entonces necesito ser más veloz.
—Compites con el porno…pero también en el
caso, sobre todo de la juventud, la red social, Facebook, que es una suerte de
adicción moderna…
Eres demasiado optimista. A mí me parece que la
adicción moderna sigue siendo el sexo. El 90% de Internet es porno. Las redes sociales
están y son muy útiles y sirven para conversar, pero Internet es sexo.
Inclusive dentro de las redes sociales, el sexo está muy presente y hay grietas
que tienen que ver con eso también. Pero independientemente de esa cuestión,
cuando escribes en un medio tan volátil como Internet, la necesidad de
emocionar o entretener rápidamente tiene que ver con que se queden un rato más
leyéndote…
—Ser muy directo…
Sí, conciso. No puedes dar vueltas. No puedes
generar párrafos larguísimos, no puedes hacer grandes descripciones. Las frases
tienen que ser más cortas y comprensibles. Y después si logras tener un buen
caudal de lectores, entonces puedes empezar a profundizar más. Yo empecé con
textos muy cortos. Recién cuando vi que había un público cautivo, empecé
escribir textos más largos, porque ya sé que me esperan, porque ya sé que me
soportan.
—Entonces tu receta es empezar con
historias cortas: párrafos breves y directos.
Depende de a quién le quieras hablar.
—Y de qué quieras hablar…
Mi intención al principio, cuando empecé a
escribir en Internet, mi lector, mi objetivo, eran las personas que habían
quedado en Argentina y que yo conocía personalmente —mi familia, mis amigos—, y
yo sabía muy bien de qué manera hacerlos reír o hacerlos emocionar y, al mismo tiempo,
sabía que un inmigrante se pone muy nostálgico o se pone muy pesado, entonces
no quería ser inclusivo, entonces cuando llegaron otros lectores que
entendieron mi respiración y mi forma de narrar, entonces me animé a hacerlo de
una forma que tiene que ver más con el papel, con el texto largo. En
conclusión: no es que aconseje el texto corto en Internet de ninguna manera,
aconsejo enfocar bien a quién le estás hablando.
PERIODISMO CULTURAL…
—¿Existe el periodismo cultural?
No soy muy amigo de etiquetar. Y justo vengo a un
congreso de “periodismo cultural”. Me parece un error que me inviten, porque no
soy un “periodista”.
—Te consideras un narrador, cronista…
Soy un comunicador. Si tengo que etiquetarme de
alguna manera, tendría que decir que soy el anfitrión de una página web; es
decir, converso con la gente, le cuento historias, les miento, hago algún tipo
de reflexión, pero en ningún momento soy un periodista, ni siquiera estudié
periodismo, así que poco podría decir de qué es o qué no es el periodismo
cultural. Lo que sí sé es que me gusta mucho que me cuenten una historia bien
contada, me gusta más cuando el valor agregado de la voz del narrador es una
voz intensa, empática, me gusta todavía más cuando la historia que se está
contando realmente es novedosa, original y está por fuera de las agendas
de la prensa tradicional. Me gusta que me entretengan, que me diviertan, que me
enseñan algo. Me parece que la crónica narrativa, como dice Juan Villoro, tiene
un poquito de las grandes virtudes de la narrativa y está bueno y me gusta
también.
—En tu devenir creativo, ¿quiénes fueron
tus padres literarios?
En general, a mí las mejores historias me las
contaron mis amigos de la infancia, que son las personas con las que estoy
haciendo ahora la revista. Tuvimos la suerte de poder crecer con la misma
literatura y con los mismos gustos literarios y periodísticos y no tengo
nombres nuevos para decir: de chiquito me gustaba Borges y Vallejo, y después
en periodismo nos deslumbró mucho Caparrós y Villoro… Pero no pasa por nombres
esto, pasa, otra vez, por las historias, porque podamos contar y porque podamos
leer buenas historias.
—Manejar una revista como Orsai
debe conllevar un trabajo arduo.
Es un trabajo divertido. Ponemos en Orsai
todo lo que nos interesa del mundo. A mí me interesa mucho el fútbol, la
ficción de televisión norteamericana, los escritores contemporáneos, los
cambios vertiginosos en la sociedad tecnológica, la paternidad porque tengo una
hija pequeña. Hacemos una revista para nosotros, no pensamos en el público.
FÚTBOL HASTA EN LA SOPA
—A nivel mundial, ¿los argentinos son los
más apasionados por el
fútbol?
Si nunca fuiste a Nápoles, yo creo que sí. Pero
en realidad yo creo que los napolitanos.
—¿Por qué te fuiste a España?
Porque me enamoré de una catalana y me quedé a
vivir con ella.
—¿Por qué Messi no funciona en la
selección argentina como en el Barcelona?
Yo creo que la conjunción Messi-Xavi-Iniesta es
única. Pero, de todas maneras, yo todas las noches rezo para que Messi pueda
tener un campeonato del mundo.
—Y mejor si es en Brasil, ¿verdad?
¡Eso sí sería orgásmico! Yo lo veo no con ojos de
probabilidad, sino con ojos de sueño y utopía. De todas maneras, a mí el fútbol
como el deporte que más me gusta, incluso como la expresión humana que más me
gusta, ya me dio lo que me tenía que dar. Los últimos cinco años disfruté del
mejor fútbol de la historia del universo y pude estar en la cancha y
disfrutarlo, y hasta el día que se fue Guardiola supe que vivíamos todos un
espectáculo que no se va a volver a dar en la historia.
MARADONA Y MESSI
—Hay una desesperación de vivir al mejor
de todos los tiempos, y hay gente que ya dice que Messi es mejor que Maradona.
Ya lo dijo Bianchi, lo dijo Grondona…
Hay una necesidad, primero, de estar ahí, de haber
visto al mejor de todos. Y al mismo tiempo, creo que Maradona con su impronta,
con su personalidad, ha generado en muchas personas la necesidad de matarlo en
vida también. Entonces hacen como grandes esfuerzos semánticos para que
Maradona sepa que ya no es el mejor, para que no muera pensando que es el
mejor. A mí, esas cuestiones me parece que no tienen nada que ver con el
fútbol, lo que me interesa del fenómeno fútbol son los 90 minutos, lo que me
interesa es la belleza del fútbol. Y tengo la suerte geográfica de haber nacido
en un lugar que ha parido a los mejores y con eso me conformo. El otro día leí
en España una encuesta sobre cuáles habían sido los tres mejores jugadores que
habían jugado alguna vez en España. Primero salió Messi, segundo Maradona y
tercero Di Stéfano.
—Messi carece de la personalidad
arrolladora de Maradona, aquel que dice: yo me hago cargo.
Maradona tiene capacidad de liderazgo, sin duda.
Messi no es un jugador que merezca la capitanía, por ejemplo. A mí me emociona
el juego, la triangulación…
LA TENTACIÓN DE LO IMPOSIBLE
—¿Estuvo mal darle el buzo de la
selección a Maradona?
No creo. Hay que buscar siempre lo imposible. En
el momento en que Maradona fue técnico de la selección, empezó a gestarse la
posibilidad de que ocurriera magia en algún momento, nosotros soñábamos con
eso.
—Algo épico…
Y eso es algo que tiene que ver con el ego de
nuestro pueblo; nosotros no buscamos medias tintas, sino siempre lo milagroso.
Muy extrañamente ocurre lo milagroso. Pero siempre estamos en esa búsqueda y no
me parece que esté mal.
—Marcos Aguinis diría: “el atroz encanto
de ser argentinos”…
A mí me enternece. En ningún momento me
arrepiento ni envidio otra nacionalidad, por ejemplo. Lo que tenemos es muy
raro y muchas veces muy feo, pero que a mí, en verdad, no me molesta
particularmente.
Orlando Mazeyra G.
Miraflores,
Lima, mayo de 2012.