2008/05/19

Confesiones desde el Infierno


Letralia de Venezuela cumple 12 años y en su edición de aniversario publico Confesiones desde el Infierno. Copio el fragmento inicial:
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Por si no lo saben, ineptos que pueblan las afueras de este inmaculado recinto: vivir no es otra cosa que follar. Observar las curvas de los demás con hondo celo detectivesco, estudiar sus efluvios con avidez hasta arañar esa angustia que precede al pánico de saberse ante un culo virginal (o que, por ímpetu o descuido iniciales, amaga serlo).
A las gentes hay que conversarles hasta encontrarles el ritmo y las maneras más rebuscadas que sólo la libido logra develar.
Hoy —admito que me toco mientras escribo— amanecí con ganas de polvear con todos ustedes. Para que de una vez entiendan lo que digo. Vivir es flirtear, insinuar, actuar, hasta llegar al confesionario macabro e impío —pero, ¡ay!, definitivo— que a veces es la cama (o el mugriento baño del cine porno, o la caseta que el vigilante te alquila por un sencillo que vale más que su sonrisa de vieja arrecha, o, si el bolsillo no ayuda, la parte más oscura del parque enrejado... para vaciarse en el ansia que humedece más al rocío del pasto y para atenuar la tenue lumbre de la impúdica luna).
Allí, en el sacrosanto lecho, hay que pugnar con el amante de turno exigiendo al máximo a la elasticidad del preservativo, confiando en su mentada eficacia y desconfiando siempre de la asepsia de los orificios de los demás: hembras y machos, culos y conchas, putas y no tan putos, maricas de avenida o gays de club nocturno, chibolas inexpertas de discoteca bien o viejas recorridas en cuyas arrugas se esconden literaturas sórdidas, poses geniales y mamadas edénicas... ambiguos también, ¡por supuesto!, porque la experiencia dicta que la cama es infalible ayudando a definir a un indeciso o a indefinir, con un respingo febril, a un supuesto machote en cuyos apretados fundillos se esconden tristes gónadas minúsculas que quieren, una después de la otra, hendirse en ese recto perfumado y, así, airar nalgas fláccidas: dudar es siempre una gimnasia salubre entre tanta insalubridad: lo saben las lesbianas confundidas cuyos coños desean ser curados al menos por una noche memorable de falos enhiestos y relinches vigorosos que ojalá no quieran recordar.
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Para leer todo el texto:
Imagen: Monasterio de Santa Catalina (Arequipa)

2008/05/08

Prefiero que nadie descubra lo que soy, porque se puede encontrar con un niño tierno o con el monstruo de Armendáriz

Leonel Valencia en Blanco y Negro

Liminar


Hace unos días, y después de muchísimos años, pude charlar con Coco, un viejo compañero del colegio. Todavía lo recordaba por su trato áspero, desfachatado, se trataba de un típico “chico-problema” de mi promoción. No recuerdo con precisión si lo expulsaron en primero o, acaso, en segundo de secundaria; pero lo echaron y nunca más volví a saber de él… corría el año 1993, si no me equivoco. Y, naturalmente, uno pensaba que si Coco seguía por ese camino "iba a terminar muy mal".
Ahora, recién me entero de que Coco, después de haber explorado como el que más el mundo del vicio y de las drogas más adictivas, ahora es un pastor evangélico y se encuentra dando conferencias en una iglesia de La Plata, en Argentina.
Viejas frases como “¡quién te vio y quién te ve!”, saltan por sí solas. Lo primero que le pregunté fue cómo hizo para llegar al de Arriba (Dios). Su respuesta fue terminante:



"Llegué al de arriba viviendo muy pero muy Abajo".

Es por eso que decidí saber qué andan haciendo mis compañeros, en dónde paran, cuáles son sus sueños y cuáles sus frustraciones. Esta suerte de crónicas íntimas tratan de recuperar espacios afectivos extraviados. Pero no empezaré con mi amigo el pastor evangélico, pues él recién llega a Arequipa en noviembre. Esta vez lo haré con Leonel Valencia, alguien que pocos conocen pero que también tiene su historia. Gracias a él por su tiempo y por su confianza. Gracias también a Coco, ese amigo que recuperé y que, aparte de su Biblia y su Fe, seguramente traerá consigo muchas anécdotas.

LEONEL ÁNGEL EN BLANCO Y NEGRO


Leonel Valencia Durand, farmacéutico, miembro de la Cruz Roja Internacional y, por si fuera poco, amante del teatro. Él es, sin duda, todo un personaje. Lo veo de cuando en cuando. Casi nunca porque, desde que terminamos el colegio en 1997, no se deja avistar; ya lleva diez años de relación con la que pronto será su esposa. Un gran amigo con quien tuve el gusto de charlar en un café del centro de la ciudad.

Leonel, habría que empezar diciendo que tú terminaste con la promo 1997 pero, en realidad, eres de la promoción 1996.

Sí, yo repetí de año.

¿Por qué?

Por estudios y disciplina. Recuerdo que jodíamos mucho en clase, hacíamos competencia de eructos y, una vez, el Hermano Mario Grajeda, que era cuzqueño, me bajó 5 disciplinas por eructar en el aula, luego me miró molesto y me dijo “¿te has disculpado por eructar?”, yo, todo conchudo, le dije que no y él, medio burlón, me dijo: “entonces te bajaremos 5 disciplinas más”.

¿Y qué le dijiste?

“Ya, indio” (sonríe). Me mandó a la dirección y me expulsaron, luego jalé cuatro cursos. Recuerdo que eran Matemática, Lenguaje, Historia y otro que se me escapa. Así terminé repitiendo de año y me tuve que ir a otro colegio.

¿A cuál?

El colegio Montessori: alli me encontré con el Chicho Aguilar Gonzáles, creo que su tío era el dueño del colegio.

¿Cuál fue la principal diferencia que notaste entre La Salle y el Montessori?

Definitivamente, el nivel del estudio. Yo era uno de los peores en La Salle, pero aunque parezca mentira, en el Montessori era uno de los más aplicados.

Pero, luego vuelves a La Salle en cuarto de secundaria y te encuentras con otra promoción, con otra gente que no es tu gente.

Sí, me chocó: me acordaba de Dante Zúñiga, del Mono, de todos mis amigos de la promoción Reims 1996, los miraba en el recreo y pensaba que con ellos debía estar. Como te digo, me chocó bastante. De todos ustedes sólo conocía a Gonzalo Pampa, Carlos Chávez y a Alex Apaza que también habían repetido como yo. Con ellos me llevaba bien, pero para mi mala suerte estaban en la otra sección… al comienzo me sentí muy solo.

¿Quién fue tu primer amigo?

Me hice amigo de la Berta (Sergio Rivera). No me acuerdo bien cómo nos hicimos amigos pero fue el primero. Luego también hice amistad con el Chato Lazo y el Búho (Juan Carlos Gómez).

¿Y la vida social, las fiestas, las salidas los fines de semana?

Para mi mala suerte no podía salir casi nunca porque vivía en Tiabaya y un taxi desde el centro hasta mi casa me salía más de diez soles, ¡imposible!

¿A qué profe recuerdas mucho?

Pedro Galdos

¿Por qué?

Porque te decía la verdad, tus verdades en la cara. Personalmente, me parece que era una buena persona, no enseñaba química, pero era una gran persona, especialista en hablar claro para ponerte en tu sitio, para madurar. También lo recuerdo mucho al Gordo Martín Flor.

¿Por qué?

Porque era un punto ancho.

¿Y por qué te alejaste de la promo al salir del colegio?

Por mi enamorada, porque empecé a ir al teatro y también por mis estudios.
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EL TEATRO:
"QUERÍA ENCONTRARME CONMIGO MISMO. NO TENÍA PERSONALIDAD. INTENTABA COPIAR A LOS DEMÁS"

¿Por qué la actuación, por qué el teatro?

Porque quería encontrarme conmigo mismo, andaba perdido, me sentía muy confundido. No tenía personalidad, sólo intentaba copiar a los demás.

¿Cómo llegas al teatro?

Justamente un amigo de la promo, Shlym Linares Berlanga, me llevó al grupo teatral “Matices”. Así fue que tuve la suerte de descubrir el teatro y, si alguna vez tengo un hijo, quisiera que conozca no sólo el teatro sino también que aprenda a tocar algún instrumento o que cultive algún arte, pero que él mismo elija, no quiero imponer: deseo que sea libre. Quiero que se sienta él mismo, sin ataduras: con la libertad suficiente para elegir, esa libertad que yo nunca tuve.

¿Nunca pudiste decidir por tu propia cuenta?

Es que yo cuando terminé el colegio tenía dos opciones. La primera: ser militar, pero mi papá no quería, nunca, jamás me explicó por qué no quiso que yo sea militar… y también quise ser Hermano De La Salle pero lo del celibato me hizo replantearlo, no estaba en condiciones de cumplir con eso… ¿me entiendes?

Claro, pero ¿cómo llegas a la facultad de Farmacia?

Mi viejo se apareció un día con un recibo de pago y me dijo: “Acabo de pagar la matrícula para el centro pre-universitario, corre inscríbete”. Le dije que no quería pero él, como siempre, me obligó. Fui a la Universidad Católica y en ese mismo instante de la inscripción decidí, al azar, poner como primera opción Farmacia, pero nunca lo hice con seriedad, lo tomé a la ligera. Quería que me expulsaran, no quería estudiar nada. Dentro de mí, seguía soñando con ser militar: verme uniformado, de la Marina o la FAP, del Ejército no, no me gusta el Ejército.

Si tuvieras un hijo quisieras que sea militar, ¿verdad?

Claro, sería un premio: cumplir con un sueño, con algo que nunca se dio. Pero no le puedo imponer, deberá ser su propia elección.

¿Cuánto tiempo llevas con tu novia?

Ya son diez años.

¿Y por qué todavía no te has casado?

Por el factor económico.

¿Estás seguro de ella?

Sí. Una sola vez la perdí, por una tontería mía. Fue en el Seguro Social, no sé qué me pasó, pero me fui detrás de una enfermera. Particularmente, me sentía algo cambiado, renovado, aunque eso duró poco, sólo fue en el proceso de enamoramiento: semanas. Cuando la conocí bien todo cambió: me sentí como muerto. Ella bebía mucho y perdía el pudor. Y volví donde mi novia arrepentido. Y ella me recibió de la mejor manera, nunca pensé que me recibiría, pero sí, lo hizo y le estoy agradecido. Perdí su confianza y la de sus padres, pero me dio una nueva oportunidad.

Leonel, tú sabes que recuperar la confianza cuesta mucho…

Sí, y me sigue costando. El proceso de recuperación de su confianza no está todavía curado, ni siquiera en un 15%. Así me case mañana… ni siquiera así va a estar curado totalmente…

Creo que te gusta llamar la atención…
Sí. Me gusta llamar la atención porque a veces me siento como el chico nuevo del barrio que necesita llamar la atención de los demás para que lo vean y le presten atención, para que estén con él, para que los sean sus amigos.

¿Qué piensas del trabajo?

Es una bendición. En el tiempo en que no tenía trabajo maldecía a todo el mundo, a mi enamorada, a la Hermandad del Santo Sepulcro, a Jesús, a mi propia religión… ¡a todo!

¿A quién amas?

A mi novia. La amo como mujer, como profesional y como futura madre.

¿Por qué la amas?

Porque me pone las cartas sobre la mesa, tiene carácter hacia a mí, me conoce. En segundo lugar porque, si bien es cierto que tiene su genio, nunca deja de ser tierna. Tercero, porque es “chinche” y eso, en ocasiones, me gusta… (ríe) Tu sabes, pues: “mujer que no jode es hombre”.

¿Ya has pensado en dónde te quieres casar?

Sí. Mi matrimonio civil será en Yanahuara y el religioso en La Salle, en la capilla de mi colegio.

¿Por qué la capilla del cole?
Porque le tengo cariño y respeto.

Pero, mira, esa capilla es nueva, no es la nuestra, la de nuestro colegio de sillar… es otra, Leonel…
Sí, pero no importa porque los recuerdos son los mismos y el respeto es el mismo.

¿Qué es La Salle?
Educación, Fe y Trabajo.

¿Qué es lo mejor que te dio el colegio?
Aprendí de todo, inclusive a ser revolucionario.

¿Revolucionario? ¿Cómo así?

El Hermano Fernando nos hablaba mucho de la Guerra Civil Española, nos explicaba cuando uno sí debía rebelarse, y también tengo anécdotas del Hermano Oso (Enrique Puertas) cuando se mechaba con el mismo Abimael Guzmán.

¿El mejor Hermano?

El Hermano Gabriel.

¿Por qué?
Porque me daba de alma con el chicote: nunca lo voy a olvidar.

Ya murió, ¿qué le dirías si lo volvieras a ver?
GRACIAS.

¿Crees en dios?
(Piensa, una larga pausa) Sí.

¿Por qué demoraste tanto para responder?
Porque tu pregunta es difícil y no es tan sencillo como decir sí o no, lo tengo que meditar porque es una afirmación fuerte.

¿Piensas en la muerte?
Sí, sobre todo cuando viajo a Orcopampa, he visto muchos accidentes en las carreteras, en el terremoto que hubo en Ica, he visto mucha muerte y mucho dolor humano.

¿Rezas?
No

¿Por qué?
Yo prefiero conversar a mi propia manera, yo sé entenderme con él…

¿Qué le preguntarías a Dios?
¿Por qué nací? Que me diga por qué nací.

Y, si tu fueras Dios, ¿ qué le responderías a Leonel Valencia?
Porque te quería cagar. A veces pienso eso, todos dicen que Dios es bueno, pero yo creo que todo tiene su lado malo, nada es bueno 100%, ni nada es malo 100%...

Entonces,¿venir al mundo es joderse o, como dices, “cagarse”?
Es cagarse, sí, es ver el odio, la necesidad, no sólo en la calle sino en la propia familia. No hay comunicación, no hay cariño, nos estamos destruyendo.

¿En qué piensas cuando piensas en la muerte?
En que no sé a dónde voy a ir a parar.

¿Qué recuerdo de tu infancia te marcó para siempre?
Yo tenía ocho años y me detectaron apendicitis, fue como un premio, yo me quería morir. Quería morirme para sentirme libre, no quería saber cómo iba a ser mi vida.

Nos estamos contradiciendo, Leonel, ¿vivir no vale la pena?
A veces sí, cuando ayudo vale la pena, me gusta ayudar, por eso estoy en la Cruz Roja. Sí vale la pena vivir para ayudar, pero nuestra ayuda es muy poca, no alcanza. Cuando fui a Ica con la Curz Roja, luego del terremoto, sufrí mucho, tengo imágenes que nunca olvidaré.

Dame un ejemplo, por favor.
La Iglesia colapsó, yo estuve ahí y pude ver cuando sacaron a una familia completa: el padre, la madre y los hijos muertos, todos muertos: abrazados, aferrados y pensé: ¡llegamos tarde!

¿Acaso fue la experiencia más conmovedora de tu vida?
Sí.

¿Y por qué ahora estás llorando?
Porque fue algo horrible, no se puede describir con palabras.

¿A qué compañero le dirías que se equivocó?
Al Chicho Aguilar, le diría que hizo mal, fue muy sobrado. Entró de regidor a la Municipalidad y lo noté muy creído, así lo vi, talvez estoy equivocado.

¿A quién le guardas un recuerdo especial?
A Saúl Bustíos. Su problema era ser demasiado callado, pero las dos o tres veces que conversamos siempre me entretuve, pero una persona interesante.

¿Y qué será de él?
Ni idea, desde que salimos del colegio jamás lo volví a ver.

PING PONG: Te digo un adjetivo y tú me dices un nombre...

¿Jodido? El (Jorge) Torres Torres.
¿Estudioso? La Chicho (Fernando Delgado).
¿Guapo? El “Gato” Jaime Barreda.
¿Feo? El Vaquero (Leonti Peralta).
¿Deportista? El Popeye (Carlos Cáceres).
¿Creído? Cristian Fernández

¿A quién le contarías un secreto inconfesable?
A Jorge Loayza, un gran amigo, le guardo un gran cariño.

¿De quién más te acuerdas?
Del Chino y sus cremoladas de china y el “mañana te pago”…

¿Qué les dirías a lo patas del colegio?
¡Gracias por conocerme!

Pero… ten en cuenta que muy pocos te conocieron…
Igual: gracias por conocerme aunque sea muy poco.

¿Por qué la Cruz Roja?
Porque no hay indiferencia, porque la solidaridad nos hace mejores y porque no hay estratos como en los bomberos, en la Cruz Roja todos somos iguales.

¿A qué peruano admiras?
A César Vallejo, porque fue único.

¿Qué peruano nunca debió nacer?
Alan García, porque es un Caballo Loco, lo llegué a ver en Ica, le faltaba una buena dosis de litio.

¿Un amor platónico?
Alyssa Milano, la de la serie “¿Quién manda a quién?”.

¿Cómo qué hombre vivo quisiera ser?
Como Robin Williams, es gracioso, sensible. Además siempre me sentí identificado con el personaje de La Sociedad de los Poetas Muertos, me siento como Neil, siempre me gustó el teatro, mi padre se parece al padre de Neil.

Pero, Robin Williams es alcohólico…
No importa, lo admiro igual.

¿Tú eres alcohólico?
Soy alcohólico social.

¿Por qué tomar un trago?
Para acordarte de las penas pero también de las alegrías.

¿Por qué estar aquí?
Porque todavía no me he ubicado en el mundo…

¿Alguna vez has pensado en ir al psicoanalista?


¿Y por qué no vas?
Me falta tiempo.

Suena a pretexto…
Sí, todos nos justificamos con pretextos cuando tememos algo.

Un libro o película que todos deberían ver...
La Sociedad de los Poetas Muertos

¿Alguien conoce al verdadero Leonel Valencia?
Nadie, nadie me conoce. Porque yo mismo me cierro, prefiero que nadie descubra lo que soy, porque se puede encontrar con un niño tierno o con el monstruo de Armendáriz.

¿Te gusta el fútbol?
No mucho.

¿Qué es el amor?
Una sensación de estar vivo.

¿La muerte?
Tranquilidad.

¿Qué hacemos mejor: amar u odiar?
Odiamos mejor y más.

¿Cómo es el mundo?
Para definir al mundo hay muy buenas frases de Mafalda que ahora no recuerdo, pero en sí el mundo es caótico, problemático, demasiado problemático.

Como tú…
Sí, como yo, porque no entiendo, no encuentro las respuestas, no comprendo a mi familia y no me comprendo a mí mismo.

¿Qué le recomendarías a los demás?
Que no sean como yo: que agarren su moto o aunque sea su bicicleta y hagan propia ruta, o la larga ruta del Che, para hacerse a sí mismos… que se hagan a sí mismos, que no dejen que los demás les impongan las cosas.