2011/05/31

Todavía tengo un sueño




Por Orlando Mazeyra Guillén

«¡Vas a ser periodista, carajo! Periodista: el cuarto poder…
y a veces somos el primero, porque en este país la gente se caga de miedo.»

Tinta roja de Francisco Lombardi
(basada en la novela homónima de Alberto Fuguet).

Hace cinco años, cuando la consabida amnesia colectiva del pueblo peruano, aunada a una atosigante campaña del «miedo» que hoy vuelve a estar en boga, le dio una nueva oportunidad a Alan García Pérez, me juré no volver a entonar el Himno Nacional hasta el 28 de julio de 2011, fecha en la que supuestamente nuevos y buenos vientos soplarían en nuestro país y, así, harían hondear hacia otras direcciones ese pendón bicolor que nos recuerda a Grau, Bolognesi, Cáceres, Quiñones y a tantos otros peruanos de excepción.
Hoy, en el cierre de una incandescente segunda vuelta electoral, en que la dictadura informativa de un gran número de medios capitalinos de prensa escrita, radial y televisiva que, paradójicamente, luchan porque las libertades (éstas encorsetadas y hechas a la medida de los intereses de aquéllos) no se pongan en riesgo ante una posible (temida, aborrecida, vilipendiada) victoria del candidato de Gana Perú, Ollanta Humala Tasso, soy presa de un escepticismo lacerante y un mar de dudas y lamentos: ¿acaso volveremos a tener la oportunidad de decir con convicción y con algún atisbo de esperanza «¡somos libres, seámoslo siempre!»? Libres de la rapiña aprista y de la corrupta dinastía fujimorista, partidos que, codo a codo –audios, vídeos y tropelías de por medio–, engañifa tras engañifa, se han convertido en unos repulsivos hermanos siameses que defecan sobre el pueblo peruano, a vista y paciencia de la «prensa libre».
En el Perú, la democracia parece ser una entelequia, un ejercicio macabro en el que nos resistimos a tocar fondo: «siempre se puede caer más», parece ser el martillazo de la conciencia nacional. Son estas situaciones las que aprovechan los extremistas o malintencionados para ponerla en entredicho: ¿Democracia? ¿La voz del pueblo es la voz de Dios? Entonces Dios no existe o, con el respeto que se merecen mis compatriotas, el infierno se llama Perú.
Con las dos opciones que tenemos a la mano no hay dilema. Y si lo hay, pues éste se reduce al escarceo hamletiano: ser o no ser. ¿Ser o no ser democráticos? He ahí el dilema. Erich Fromm nos dice: «No debemos confiar en que nadie nos salve, sino conocer bien el hecho de que las elecciones erróneas nos hacen incapaces de salvarnos».
Una decisión errónea, soliviantada por prejuicios y miedos que nos pueden llevar a la ceguera absoluta que reivindique a un régimen totalitario, nos hará incapaces de salvar la democracia… o lo que, a estas alturas, queda de ella.
Yo no creo en mesías, caudillos fugaces, ni autócratas militaristas como Hugo Chávez Frías. Sé, como todos, que Ollanta Humala, con su discurso (ahora bastante moderado) que muchos, llevados por el lugar común, catalogan de «estatista» y «populista», no nos garantiza ninguna prosperidad inclusiva. Sin embargo, tengo que elegir y, por un acto de asepsia elemental, quiero creer que apostará por ella, por la vía democrática, tal como lo indica su «Compromiso con el pueblo peruano», emulando al modelo brasileño del ex presidente Lula y, asimismo, tomando ancha distancia del sistema que está desmoronando a Venezuela.
En la vereda de enfrente, en cambio, tenemos, personificando un haraquiri masivo, a la hija del reo Kenya Fujimori, condenado a 25 años de cárcel por ser autor mediato de una ola de crímenes de lesa humanidad como los baños de sangre de Barrios Altos y La Cantuta; quien, ya el 5 de abril de 1992, nos dio el primer indicio que iría colmando deprisa su prontuario: implantó una dictadura funesta que con cada muerto, con cada mujer esterilizada con la venia de Juan Luis Cipriani, con cada canal o periódico comprado en la tristemente célebre sala del SIN, nos dio cuenta de un ser envilecido que no sólo no creía en la democracia ni en los Derechos Humanos –martirizó sistemáticamente y estuvo a un paso de llevar a la locura a su propia mujer, Susana Higuchi–, sino que buscó erradicarla gracias al retorcido concurso de un personaje no menos truculento y ramplón: Vladimiro Lenin Montesinos Torres.
Votar por Ollanta Humala, con ciertos y comprensibles resquemores, significa dejar atrás y para siempre el pasado tenebroso del fujimontesinismo. Debemos fumigar de una vez por todas del escenario político peruano a una pantomima de partido –que cambia de ropaje en cada elección: Cambio 90, Nueva Mayoría, Perú 2000, Sí cumple, Fuerza 2011, etcétera– en donde, ahora, la hija oficia de dócil testaferra, pues presta su nombre en una pretensión que en realidad no es de otra persona que su padre –“¡chino, chino, chino!”, escupe excitada la fanaticada delirante que, como el barrabrava o el ebrio empedernido, parece haber anulado cualquier esbozo de razón–, aquel que luego que escapar entre gallos y medianoche, y renunciando vía fax, tuvo el cuero suficiente como para presentarse como un inaudito candidato al senado japonés.
Antes de elegir, el peruano de a pie debe recordar a los medios de comunicación sumisos o con bozal, la prensa amarilla, la televisión cautiva que estupidizaba al país convirtiendo en íconos a Magaly Medina (quien nació con la dictadura y persiste todavía) y a Laura Bozzo (que nadie olvide «Laura en América», programa hediondo en donde se llegó al extremo de ofrecer unos cuantos dólares si se era capaz de lamer axilas sudorosas; dinero de la mafia en componenda con la familia Crousillat).
Debemos también revisar el informe de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR) y desempolvar los viejos psicosociales apristas que sirvieron para que el temor le ganara a la cordura y se elija a un advenedizo, rechazando así a un peruano honesto; el mismo temor que nos hizo volver a darle la primera magistratura al líder del partido aprista.
Alberto Fujimori ha sido uno de los muchos asesinos de la ilusión que, rodeándose de escorias y oportunistas, se ha burlado de las esperanzas de nuestro pueblo. Sin embargo, a contrapelo de unas encuestas de dudosa veracidad, hay que seguir soñando, eso sí, con los pies bien puestos sobre esta tierra que no pocos amamos.
Hace casi cincuenta años un afroamericano intachable pasó a la posteridad con un discurso que se resume en cuatro palabras «Yo tengo un sueño». Soñemos entonces con un país donde la prensa anteponga la verdad sobre la infamia, con un pueblo que abrace a la dignidad y a la memoria, antes que a un «modelo económico» o pantomimas ideológicas enarboladas por chuscos nietos de referentes intelectuales o escribidores desquiciados por el exceso de sicotrópicos. Otro país es posible: aquél en el que nuestros hijos nos juzguen por nuestra estatura moral antes que por el tamaño de nuestras billeteras.
La política y todo lo que vincula al poder sirve para ventilar lo mejor y lo peor de los seres humanos. ¿Tan poca cosa somos? Yo me resisto a creerlo. Votemos por una posibilidad y, de paso, extirpemos las reminiscencias de un pasado nefando.
Yo tengo un sueño, pero para hacerlo realidad necesito el concurso de los peruanos honestos y bienpensantes. Porque la democracia más genuina viene del pueblo y debe dirigirse a éste, yo todavía sueño que este 28 de julio, henchidos de emoción, podamos decir «Somos libres, seámoslo siempre». Que así sea, peruanos.

Orlando Mazeyra Guillén
31 de mayo de 2011

Mario Vargas Llosa renuncia a seguir escribiendo para El Comercio

Madrid, 31 de mayo de 2011.

Sr. D. Fran­cisco Miró Que­sada Rada
Director Dia­rio El Comer­cio
Lima, Perú


Señor Direc­tor:

He pedido al dia­rio El País que a par­tir de hoy cese de enviar mis cola­bo­ra­cio­nes a El Comer­cio. Desde que un puñado de accio­nis­tas, enca­be­za­dos por la señora Martha Meier Miró Que­sada, tomó el con­trol de ese dia­rio y del grupo de cana­les de tele­vi­sión y perió­di­cos de que es pro­pie­ta­rio, el perió­dico se ha con­ver­tido en una máquina pro­pa­gan­dís­tica de la can­di­da­tura de Keiko Fuji­mori que, en su afán de impe­dir por todos los medios la vic­to­ria de Ollanta Humala, viola a dia­rio las más ele­men­ta­les nocio­nes de la obje­ti­vi­dad y de la ética perio­dís­tica: silen­cia y mani­pula la infor­ma­ción, deforma los hechos, abre sus pági­nas a las men­ti­ras y calum­nias que pue­dan dañar al adver­sa­rio, a la vez que en todo el grupo de medios se des­pide o inti­mida a los perio­dis­tas inde­pen­dien­tes, y se recu­rre a las insi­dias y gol­pes bajos de los peo­res pas­qui­nes que viven del ama­ri­llismo y el escán­dalo. No puedo per­mi­tir que mi columna “Pie­dra de Toque” siga apa­re­ciendo en esa cari­ca­tura de lo que debe ser un órgano de expre­sión genui­na­mente libre, plu­ra­lista y democrático.

Al apar­tarme por segunda vez, y de manera defi­ni­tiva, de El Comer­cio, puedo dejar de recor­dar a ese demó­crata cabal, hom­bre de bien y amigo que­ri­dí­simo que fue Luis Miró Que­sada Gar­land, y el estu­por y la tris­teza con que habría visto los nive­les de abyec­ción a que han lle­vado la señora Meier Miró Que­sada y sus cóm­pli­ces al perió­dico que alguna vez fue suyo y al que honró con su decen­cia y sus artículos.

Aten­ta­mente,
Mario Var­gas Llosa


2011/05/27

Humala remonta y logra empatar

ABRAN LOS OJOS: Humala remonta y logra empatar. La "gran prensa" está nerviosa. Nadie puede hacer hoy predicciones creíbles. Puno estalló: el gobierno aprista apuesta criminalmente por el caos. Por favor, amigo, amiga, joven, señor, señora, señorita. COMPRE "Hildebrandt en sus trece", infórmese y haga patria.
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ENCUESTA NACIONAL URBANA – RURAL
INTENCIÓN DE VOTO PRESIDENCIAL 2011
SEGUNDA VUELTA
Simulación con cédula similar a la que se usara el día 5 de junio, recogida de manera secreta

CANDIDATO Emitidos Válidos
Keiko Fujimori 44.2 50.3
Ollanta Humala 43.7 49.7
Blanco / viciado 12.1
Total % 100.0 100.0
Base ponderada 1,800 1 ,583


FICHA TÉCNICA
•Título del estudio: Encuesta de Opinión Mayo 2011.
•Objetivos del Estudio: Intención de voto elecciones presidenciales 2011.
•Encuestadora: Pontificia Universidad Católica del Perú
•Nº de registro: 0108-REE/JNE
•Universo o población objetivo: Hombres y mujeres de 18 años o más, habitantes de 19 regiones del país (ver detalle de provincias y distritos en lista adjunta).
•Tamaño de la muestra: 1800 personas entrevistadas.
•Error y nivel de confianza estimados: ± 2,31% con un nivel de confianza del 95%,
asumiendo 50%-50% de heterogeneidad, bajo el supuesto de muestreo aleatorio simple.
•Cobertura: 146 distritos en 40 provincias pertenecientes a 19 regiones del país.
•Nivel de representatividad: Las provincias donde se realizaron las entrevistas concentran aproximadamente el 69% de la población nacional de 18 o más años en el Perú.
•Procedimiento de muestreo: Se realizó una muestra probabilística polietápica de
conglomerados, estratificada según región y ámbito rural y urbano. En cada estrato se seleccionó una muestra simple al azar de manzanas por computadora, posteriormente se realizó una muestra sistemática de viviendas en cada manzana seleccionada y se aplicaron cuotas de sexo y edad para la selección de personas al interior de las viviendas.
En zonas urbanas, en una primera etapa se realizó una selección por computadora de
manzanas; en la segunda etapa se realizó una selección de viviendas mediante muestreo sistemático. En zonas rurales se realizó una selección aleatoria de centros poblados con menos de 200 viviendas, ubicados a proximidad de carreteras en un radio no mayor a un día de distancia (ida y vuelta) de las ciudades principales o capitales de las provincias seleccionadas. Posteriormente en cada centro poblado escogido se realizó una selección de viviendas mediante el método de rutas aleatorias. Dentro de Lima se estratificó la muestra de acuerdo con grandes zonas de la ciudad (cono norte, cono este, cono sur, centro, cono oeste-suroeste).
•Marco muestral y fuentes secundarias: En el caso de las zonas urbanas del país, la selección de manzanas se realizó utilizando como marco muestral la cartografía digital del INEI del 2007. En el caso de las zonas rurales se usó la cartografía de centros poblados del INEI 2002 y 2007.

Para descargar la encuesta completa:
http://iop.pucp.edu.pe/index.php?option=com_content&view=detallesondeos&id=123

2011/05/25

Alfredo Bryce Echenique: "Escuchemos a Vargas Llosa"

Revisando cierta prensa nacional o escuchando de boca de algunos amigos muy bien enterados, muy fácilmente puedo llegar a la conclusión de que la ceguera, la envidia, la vanidad e incluso la estupidez, han puesto fin a la alegría de todos los peruanos por el reciente premio Nobel de Literatura otorgado tan merecidamente a Mario Vargas Llosa.
Y la razón es solo una y la misma de siempre: nuestro más grande escritor ha hablado y escrito muy claramente de los peligros que acarrearía el triunfo de Keiko Fujimori y el fujimontesinismo completo, o sea el retorno a un nada lejano pasado en el que un hombrezuelo fue capaz de torturar a su propia esposa, con la complicidad de su hija, hoy candidata, tiempo después huir cobardemente del Perú, renunciar ya desde muy lejos y por fax a la presidencia de la república. Y todo esto y muchísimo que más, que todos recordamos, qué duda cabe, para luego correr a refugiarse cobardemente en el Japón de sus orígenes.
Porque esto es lo que se nos vuelve a venir, queridos compatriotas, de ganar Keiko Fujimori. O sea que absolutamente nada tiene de extraño que Mario Vargas Llosa cabalgue de nuevo, valiente y muy claramente, en defensa de la libertad y de los derechos humanos. Como tampoco tiene nada de extraño que ese Torquemada “chicha”, que es el Cardenal Cipriani, para quien, por más que hoy oportunistamente lo niegue, los derechos humanos sí son una cojudez. Y una muy reverenda y tamaña cojudez.
Torquemadas y demás ilustradas o lustradas personas claman hoy amenazante y torpemente contra las diáfanas verdades que una vez más defiende, con un inmenso amor por su país –esté cerca o lejos de él– con ardor y fervor, tercamente, Mario Vargas Llosa. Escuchémoslo, por favor. Y sobre todo no dejemos que la ciega y fatal intolerancia se apodere de nuestras conciencias y de nuestro derecho a opinar.

Alfredo Bryce

2011/05/23

País de conejos suicidas

Escribe César Hildebrandt

Andy Riley es un múl­ti­ple artista bri­tá­nico que, entre otras muchas bellas cosas, ha creado unos per­tur­ba­do­res cone­ji­tos cuyo empeño mayor en la vida es morir. Esta mez­cla de inocen­cia cone­jil e incli­na­ción taná­tica me pro­duce un horror no exento de admi­ra­ción y, al mismo tiempo, el atrac­tivo hip­nó­tico y per­verso que sobre muchas per­so­nas ejer­cen los vacíos del abismo.

Los cone­ji­tos sui­ci­das de Riley me han hecho pen­sar, ade­más, en el Perú, que es un país que varias veces ha inten­tado matarse y que hoy está a punto de rein­ci­dir en tan inex­pli­ca­ble tarea.

Ese amor por la fata­li­dad es viejo en este viejo país.

Lo vimos cuando, desde aden­tro, mina­mos nues­tra con­fe­de­ra­ción con Boli­via. Estuvo pre­sente cuando deci­di­mos acom­pa­ñar a Boli­via, por honor, en una aven­tura bélica que sabía­mos que tenía­mos que per­der. Adqui­rió esplen­di­de­ces dege­ne­ra­das cuando el hijo del mayor trai­dor que estas tie­rras han parido —Mariano Igna­cio Prado— pudo ser, dos veces, pre­si­dente de la repú­blica. O, antes, cuando per­mi­ti­mos el saqueo del guano per­pe­trado por nues­tra oli­gar­quía y des­cui­da­mos el sur sali­trero por­que era más fácil cobrar impues­tos ridícu­los que extraer y pro­ce­sar esa riqueza. O cuando los Eche­ni­que y todos los que se le pare­cie­ron que­da­ron impu­nes. O cuando Drey­fus. O cuando suce­dió lo de los tre­nes inú­ti­les que enri­que­cie­ron a tanto sin­ver­güenza. O cuando depre­da­mos el mar hasta dejarlo exhausto. O cuando per­mi­ti­mos que todo se pusiera “en valor” y se ven­diera en nom­bre de un libe­ra­lismo que los libe­ra­les, cuando están en el poder, se encar­gan de no practicar.

O cuando le hici­mos la vida impo­si­ble a José Luis Bus­ta­mante y Rivero. O cuando sitia­mos al Apra hasta lograr que a Haya le pare­ciera bien comerse un cebi­che con Eudo­cio Ravi­nes. O cuando mata­mos a Heraud, exi­lia­mos a Rose, mal­tra­ta­mos a Basadre.

Y si quie­ren, más recien­te­mente: cuando per­mi­ti­mos que el país fuera un charco cha­po­teado por la pan­di­lla de Fuji­mori y la prensa fuera la puta con­ta­giante de la esquina mala.

Mata­mos al Perú y nos mata­mos con él cuando ele­gi­mos pre­si­dente por segunda vez a un hom­bre que había robado con denuedo durante cinco lar­gos años. Y nos mata­mos a lo Guyana, en man­cha, en ruma, cuando esta­mos a punto de reivin­di­car, para ver­güenza de nues­tros des­cen­dien­tes (espero), eso que Cotler ha lla­mado, como ento­mó­logo, “el lado más repul­sivo del Perú”.

¿Qué somos, qué es este país que ama­mos y detes­ta­mos a la vez? ¿Una tie­rra bal­día donde pre­va­le­cen los valo­res vio­len­tos de la horda? ¿O es que segui­mos siendo el país del oro y los escla­vos que decía Bolívar?

Un país no es un nom­bre ni una fron­tera y mucho menos una marca. Un país es una nación jun­tada por pro­pó­si­tos comu­nes y elevados.

No pode­mos unir­nos para ser menos, para degra­dar­nos, para per­der la dig­ni­dad. Para eso no hici­mos el Perú. Y, sin embargo, eso es lo que esta­mos haciendo, lo que podría­mos hacer, lo que la dere­cha anal­fa­beta desea que hagamos.

¿Y saben qué? Pocas veces he sen­tido ver­güenza de ser perio­dista. Ahora sí. Algún día alguien de los suyos les enros­trará tan­tas infa­mias. Espero vivir para verlo.

2011/05/17

Yo soy ese monstruo sin compasión

A Johanna, por aguantarte mi boludez.




A


Nadie sabe qué hay en tu corazón
Eso es imposible saberlo, amor
Yo soy ese monstruo sin compasión
Pero también sé pedirte perdón
Nadie sabe qué hay en tu corazón
Eso es imposible saberlo, amor
Pero no me importa si estoy con vos
Nadie sabe qué hay en tu corazón
Todo al 13 y al millón
Doy gracias por haberme entregado la vida
Todo el tiempo apuesto, amor
Mala suerte, buena suerte
Vives solo hasta la muerte
Y es urgente que te encuentre…
Gracias por el beso que me hizo bien
Y por aguantarte mi boludez
Gracias por tu risa que alumbra al sol
Gracias por amarme de corazón
Antes que me vaya descubrirán
Nada es para siempre en la oscuridad
Yo voy a abrazarlos con emoción
Para no estar solos jamás, amor
Nadie sabe qué hay en tu corazón.

Fito Páez, 13

2011/05/15

Al lado del camino, o "La pelota no se mancha"

A PROPÓSITO DE FITO PÁEZ EN AREQUIPA EL 02 DE JULIO
Cuando irrumpen las imágenes de Arantes do Nascimento (alias Pelé) y el mafioso (jugador de waterpolo) Joao Havelange, se siente un placer orgásmico (ambos emblemas de esa FIFA corrupta y mercenaria).
Y el beso a Caniggia luego de un golazo, me hizo recordar los fines de los noventa, siguiendo el "Clásico del Domingo" por ATV. Maradona, Caniggia, Kili González y la Brujita Verón... Fútbol de verdad. El fútbol es Maradona. ¿Alguien lo duda?


2011/05/12

¿Qué les diremos?

Siempre perdemos -es una mala costumbre muy nuestra-, sin embargo, el 05 de junio lo haremos en la cancha más importante. Discúlpenme, pero luego de leer este artículo de César Hildebrandt me puse a llorar. Y recordé una frase popular que leí en un libro de Octavio Paz y que siempre viene a mí cuando nos ilusionamos y volvemos a caer (y es que somos muy especiales): "Corazón apasionado: disimula tu tristeza".

Escribe César Hildebrandt

A mí lo que me preocupa es qué les vamos a decir a los jóvenes inteligentes e ilustrados (claro que los hay) si Keiko Fujimori, como parece que podría suceder, llega a la presidencia.

-¿ No es esta señora la hija de un señor que está condenado a la cárcel por asesino y por ladrón?-preguntará el joven.
Sí -le diremos. Pero los hijos no heredan los defectos de sus padres. Tú, por ejemplo, eres más inteligente que tu padre.
-Ya sé que los niños no heredan los defectos de los padres. ¿Pero no es cierto que la señora Keiko ha dicho que el de su padre fue el mejor gobierno de la historia del Perú? ¿No pidió para su padre, el otro día, "un aplauso tan fuerte que se escuche hasta la DIROES"? -preguntará el joven.
-Sí, pero eso lo hace por amor filial -disimularemos.
-¿Y no es cierto que el 90 por ciento de la gente que acompaña a la señora Keiko es la misma gente que acompañó, entre robos y crímenes de lesa humanidad, a su papá?
-Sí, pero todos podemos cambiar -diremos.
-Ya sé que podemos cambiar -insistirá el joven. Pero, entonces, ¿por qué el señor Souza o la señora Chávez siguen diciendo que los jueces que condenaron al señor Fujimori tendrán que pagar por lo que hicieron? ¿Ha cambiado el señor Trelles cuando dice que Fujimori pasará a la historia como el hombre que derrotó a la barbarie y que la democracia a veces puede interrumpirse, cuando la patria lo demanda?
-Pero esas son opiniones -nos defenderemos.
-Pero, al fin y al cabo, lo de Hitler también era una opinión -dirá el joven, entre irónico y fulmíneo.

Y en ese momento sentiremos vergüenza. Asco y vergüenza. Y ya no diremos nada. Y trataremos de salir de la escena. Pero como la juventud es divina pero inmensamente cruel, entonces el joven cogerá una manga de nuestra chaqueta, nos hará voltear y nos preguntará demostrando que lee y que se interesa por la historia:

-¿Puede usted decirme si algún hijo de Anastasio Somoza fue presidente?
-No, ninguno.
-¿Y algún hijo de Trujillo?
-Tampoco.
-¿Y de Pérez Jiménez?
-No. Pero, ¿a dónde quieres llegar?
-A que somos muy especiales, ¿verdad?

Y nos podremos rojos. De vergüenza y asco. Y volveremos a irnos y callarnos.
Entonces el joven, casi a gritos, nos preguntará más corrosivo que nunca:

-¿No nos dijo usted que las elecciones servían también para medir la dignidad de un pueblo?

Y no tendremos nada que decir.

_____
Para calmar el desasosiego un Clonazepam y un poco de música, pues "perdimos estabilidad no sabemos de qué lado vamos a quedar parados (...) Mentimos una vez más. No cantamos la verdad. En una nuestra vida real siempre fuimos decadentes, tuvimos la libertad apretada entre los dientes. Alguien cantó "no va más". Con los párpados pegados por un sueño postergado, nos cansamos de luchar. Demasiada camiseta... Algunos ya diputados, y brindo por nosotros los tarados que les pagamos. Antes pelo, ahora gente. ANTES LUCHA, AHORA CIRCO, ANTES PAN, AHORA CLONAZEPAM".

2011/05/07

La hora de la verdad


Piedra de toque
Aunque no soy creyente, tengo muchos amigos católicos, sacerdotes y laicos, y un gran respeto por quienes tratan de vivir de acuerdo con sus convicciones religiosas. El cardenal Juan Luis Cipriani, arzobispo de Lima, en cambio, me parece representar la peor tradición de la Iglesia, la autoritaria y oscurantista, la del Index, Torquemada, la Inquisición y las parrillas para el hereje y el apóstata, y su reciente autodefensa, Los irrenunciables derechos humanos, publicada el 1 de mayo en Lima, justifica todas las críticas que en nombre de la democracia y los derechos humanos recibe con frecuencia y, principalmente, de los sectores católicos más liberales.

En su texto, desmiente que dijera jamás que "los derechos humanos son una cojudez" (palabrota peruana equivalente a la española gilipollez) y afirma que, en realidad, a quien aplicó tal grosería fue sólo a la Coordinadora de Derechos Humanos, una institución dirigida por una ex religiosa española, Pilar Coll, que durante los años de las grandes matanzas perpetradas por la dictadura fujimorista llevó a cabo una admirable campaña de denuncia de los crímenes, torturas y desapariciones que se cometían con el pretexto de la lucha contra Sendero Luminoso. (La Comisión de la Verdad, que presidió el ex rector de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Salomón Lerner, ha documentado estas atrocidades).

El cardenal Cipriani desmiente, además, que durante la dictadura hubiera guardado silencio frente a uno de los crímenes colectivos más abyectos cometidos por Fujimori y sus cómplices: la esterilización, mediante engaños, de unas 300.000 campesinas a las que, por orden del dictador, los equipos del Ministerio de Salud ligaron las trompas o castraron, asegurándoles que se trataba de simples vacunas o de una medida que sólo temporalmente les impediría concebir. ¿Cómo es que nadie se enteró en el Perú de que el arzobispo había encontrado reprobables estos atropellos? Porque en vez de protestar públicamente ¡se limitó a hacerlo en privado, es decir, susurrando con discreción su protesta en el pabellón de la oreja del dictador!

El cardenal no suele ser tan discreto cuando se trata de protestar contra los preservativos y no se diga el aborto, o, para el caso, contra quienes en esta segunda vuelta de las elecciones peruanas apoyamos a Ollanta Humala. Por ejemplo, por haberlo hecho yo, me ha amonestado de manera estentórea y nada menos que desde el púlpito de la catedral de Lima, durante un oficio. Me ha pedido "más seriedad" y ha clamado que cómo me atrevo a dar consejos por quién votar a los peruanos. El cardenal está nervioso y olvida que todavía hay libertad en el Perú y que cualquier ciudadano puede opinar sobre política sin pedirle permiso a él ni a nadie. (Claro que las cosas cambiarán si sale elegida la señora Fujimori, la candidata a la que él bendecía en aquel mismo oficio en el que me prohibía opinar).

No sólo el arzobispo de Lima se excede en estos días de campaña y guerra sucia en el Perú. Una connotada fujimorista, también del Opus Dei, como monseñor Cipriani, Martha Chávez, ha amenazado públicamente al presidente del Poder Judicial, el doctor César San Martín, eminente jurista que presidió el Tribunal que condenó a 25 años de cárcel a Fujimori por crímenes contra los derechos humanos, con esta frase profética: "Tendrá que responder en su momento".

Pero acaso lo más inquietante sean los intentos de purgar a los medios de comunicación, principalmente los canales de televisión, de periodistas independientes y probos, que se resisten a convertirse en propagandistas de la candidatura de la hija del ex dictador. El caso más sonado ha sido el de Patricia Montero, productora general, y José Jara, productor de un noticiero, ambos del Canal N, despedidos, según ha denunciado la primera de ellos, porque los directivos estimaron que habían "humanizado" al candidato Humala en los boletines (¿pretendían que lo animalizaran, más bien?). Estos despidos han provocado una verdadera tempestad de críticas, entre ellas de los más prestigiosos periodistas del propio Canal N, en defensa de sus colegas, y amenazas de renuncias masivas en caso de que continúe la caza de brujas. Lo cual parece haber paralizado por el momento el despido de la prestigiosa y experimentada periodista del Canal 4, Laura Puertas, a quien se reprocha también, por lo visto, padecer de total ineptitud para el servilismo.

Finalmente, una denuncia publicada el miércoles 4 de mayo en el diario La Primera, que dirige César Lévano, precisa que el gobierno, apoyado por empresarios mineros, habría encargado a los servicios de inteligencia del Estado un Plan Sábana, destinado a destruir la campaña de Ollanta Humala con los métodos delictuosos -espionaje telefónico, operaciones calumniosas y escandalosas filtradas a la prensa para minar su prestigio y el de su entorno familiar utilizando mercenarios y provocadores- con que, en 1990, el gobierno conspiró contra mí cuando yo fui candidato a la Presidencia. La denuncia proviene, al parecer, de militares y civiles del servicio de inteligencia indignados de que se los utilice para fines políticos ajenos a su misión específica.

Todo esto merece una reflexión. Si estas cosas comienzan a ocurrir ahora, en plena campaña electoral, ¿no es fácil imaginar lo que sucedería en el caso de que la señora Fujimori ganara las elecciones y la dictadura fuji-montesinista recuperara el poder oleada y sacramentada por los votos de los peruanos? Los periodistas decentes y responsables expulsados de sus puestos no serían cinco (también han sido despedidos tres de Radio Líder, Arequipa) sino decenas, y las radios, los canales y los periódicos convertidos, como lo estuvieron durante los ocho años de oprobio que vivió el Perú, en órganos de propaganda encargados de justificar todas las tropelías y tráficos del poder y de cubrir de injurias y calumnias a sus críticos. No sólo el doctor César San Martín sería víctima de su probidad y entereza magisterial. Todo el Poder Judicial se vería una vez más sometido a una criba implacable para apartar de sus cargos, o reducirlos a la total inoperancia, a los jueces que se resistieran a ser meros instrumentos dóciles del gobierno. Reparticiones públicas, Fuerzas Armadas, empresas privadas, serían, otra vez, incorporadas al sistema autoritario para que, de nuevo, el país entero quedara a merced del puñadito de forajidos que, entre los años 1990 y 2000, perpetró el más espectacular saqueo de las arcas públicas y los más horrendos crímenes contra los derechos humanos de nuestra historia.

Quienes quieren semejante futuro para el Perú no son muchos, pero sí son poderosos y, como están asustados con la perspectiva de que Humala gane las elecciones y cometa los desafueros y horrores de Hugo Chávez en Venezuela, están dispuestos a cualquier cosa con tal de asegurar el triunfo de Keiko Fujimori. Extraordinaria paradoja: con tal de evitar el socialismo, que venga el fascismo. ¡Y todo eso, en nombre de la libertad, de la democracia y del mercado libre!

En verdad, la disyuntiva que tiene por delante el Perú en las elecciones del 5 de junio próximo, es la de salvaguardar la imperfecta democracia política que tenemos desde hace 10 años y una política de mercado y de apertura al mundo que ha hecho crecer nuestra economía de manera notable, o volver a un régimen dictatorial que, guardando ciertas formas institucionales, restablecería en el gobierno a quienes, en complicidad con Fujimori y Montesinos, destruyeron el Estado de derecho, se enriquecieron cometiendo las más descaradas pillerías y durante ocho años perpetraron horrendos crímenes con el pretexto de combatir la subversión. A mi juicio en semejante disyuntiva la peor opción es Keiko Fujimori.

Ollanta Humala ha hecho un "Compromiso con el Pueblo Peruano" que conviene tener muy presente, no sólo a la hora de votar por él, sino sobre todo una vez que acceda al gobierno, para recordárselo cada vez que parezca apartarse de alguna de sus promesas. No habrá reelección. Se cumplirá con los tratados firmados, no habrá estatizaciones, se respetará el derecho de propiedad y las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFPs), la lucha contra la corrupción será implacable, habrá una política de apoyo social sostenida, sobre todo en los campos de la educación y la salud pública, para los sectores más desfavorecidos, así como estímulos y facilidades para la formalización de las empresas. El respeto al pluralismo informativo, a la independencia de la prensa y al derecho de crítica será total. Estos puntos han sido expresados, además, de viva voz, en las reuniones que ha celebrado el candidato con la confederación de empresarios y las asociaciones de prensa. Todo esto es perfectamente compatible con la democracia y con las políticas de mercado vigentes y tiende a perfeccionarlas, no a recortarlas ni menos suprimirlas. No sólo depende de la voluntad de Ollanta Humala que este compromiso se cumpla. Depende, sobre todo, de que quienes lo apoyemos en la elección del 5 de junio dejemos claro que es a estas políticas a las que damos nuestro apoyo y que nos mantendremos firmes exigiendo su cumplimento.
© Mario Vargas Llosa, 2011.


Cipriani y Fujimori... Apocalipsis ahora.
Los derechos humanos son una cojudez”, dice uno y el otro asiente sonriendo.

2011/05/06

¡Por la memoria y la dignidad, peruanos!


Peruano consciente, difunde esta información.

Marca "El Perú"


A mí también Carlos Alcántara me suena extranjero diciéndole "picarones" a los buñuelos. Y no nos olvidemos de que es "El Perú" y no "Perú" a secas.

2011/05/04

El único conocimiento del hombre es que la vida no tiene sentido


Estas grandes mentes han escrito millones de libros sobre el tema. Y, al final, nadie sabe más que yo sobre las grandes preguntas acerca de la vida.
Leí a Sócrates. Este tipo que abusaba de los niñitos griegos, ¿qué diablos tiene que enseñarme? Y Nietzsche, con su teoría de la repetición eterna. Dijo que la vida que vivimos, volveremos a vivirla de la misma forma eternamente. ¡Genial! Quiere decir que tendré que asistir al patinaje sobre hielo nuevamente. No vale la pena.
Y Freud, otro gran pesimista. Me hice analizar durante años y no sucedió nada. Mi sicoanalista se frustró tanto que finalmente abrió un puesto de ensaladas.
Miren a toda esta gente corriendo, tratando de detener la desintegración inevitable del cuerpo. Es tan triste por lo que pasa la gente, con sus bicicletas estacionarias y los ejercicios.

Miren a ésta. Pobrecita. Tiene que acarrear con toda esa grasa. Debería llevarla en una carretilla.
Quizá los poetas tengan razón. Quizá el amor sea la única respuesta.

–¿Por qué cree que quiere convertirse al catolicismo?
–Debo tener algo en qué creer... o si no, la vida no tiene sentido.
–¿Pero por qué decidió elegir el catolicismo?
–Primero que todo, porque es una religión hermosa y es una religión fuerte. Está muy bien estructurada. Seguramente estoy hablando en contra de rezar en la escuela, pro-aborto, ala antinuclear.
–¿No cree en Dios en este momento?
–No, y quiero hacerlo. Estoy dispuesto a todo: hasta pintar huevos de Pascua. Necesito evidencia. Debo tener pruebas. Si no puedo creer en Dios entonces no vale la pena vivir.

¿No tienes miedo de morir?
–¿Por qué he de tener miedo?
–¡Porque no existirás!
–¿ Y qué?
–¿No te aterroriza eso?
–¿Quién piensa en semejante tontería? Cuando muera, estaré muerto.
–¿No te da miedo?
- ¿De qué? Estaré inconsciente.
–¿Pero nunca volver a existir?
–¿Cómo lo sabes?
– No le veo futuro.

Woody Allen, Hannah y sus hermanas(1986).

2011/05/01

«Bancate ese defecto», dice Charly. «La vieja indecencia», responde Hildebrandt


Están pasando demasiadas cosas raras
para que todo pueda seguir tan normal.
Desconfío de tu cara de informado
y de tu instinto de supervivencia.
Hace tiempo que no leo ni veo nada
porque me ofende que todo esté tan mal.
Y hasta las personas lindas me dan rabia,
y los chicos y las chicas no hacen nada por cambiar.

Charly García, «Bancate ese defecto»

El único mérito que puedo concederme en esta vida moteada de algunos éxitos y muchos fracasos, en esta carrera ingrata que me eligió, en este oficio artesanal de tratar de encontrar la verdad que a pocos importa y las mentiras que ya no escandalizan, el único mérito que me concedo, digo, es no haber cedido a la tentación del medio: resígnate, así es el Perú, tolera lo que todos, créeles a los idiotas de la derecha, a los que hacen negocios turbios y a la vez editorializan en relación con “los valores de la democracia” (cuando la verdad es que se zurran en ella y en lo que significa).

Naces en este país hermoso y complicado y la primera sugerencia que te asalta es la del estoicismo: quédate quieto, tranquilo hermano, así es esta vaina, esto no lo arregla ni el sillau. Y se te puede pasar la vida haciéndote el de la vista gorda, haciéndote el loco y asistiendo con cara de palo a las grandes mecidas.

Nada puedes hacer, esas son las reglas– susurra el aire tóxico de Lima.

Esto no lo ha cambiado nadie– remacha una sombra, la sombra de lo que pudiste ser.

Me van a perdonar pero yo jamás creí en eso. Jamás hice el muertito en el mar de los sargazos de las voluntades, quebradas o roídas. ¿Por qué? Porque siempre creí que en el país de las cabezas gachas había que mirar lo más lejos que se pudiera. Porque viendo a las hormigas a uno le dan ganas de volar. Porque hay belleza en la rebeldía y una flácida fealdad en el conformismo.

Porque, en fin, siendo un viejo creyente del agnosticismo siempre he pensado que Jesucristo fue un hombre revoltoso asesinado por el orden imperante. Y que sin la rebeldía de Cáceres habríamos detenido nuestra historia en el mísero Iglesias. Y que sin la rebeldía de De Gaulle los franceses habrían tenido que arrastrarse junto a Petain, ese gran derechista pro nazi.

Mi generación ha fracasado. Pudimos tener a un refundador del país y construimos a García. Pudimos tener a un inconforme consagrado por las multitudes, a alguien que estuviese más impulsado por el amor que por el odio, pero nos detuvimos en Robespierre y en sus encarnaciones criollas.

Pudimos tener un país y lo que permitimos fue un mall. Ahora la pelota está en el tejado de los jóvenes. De ellos dependerá que este país cambie de verdad.

Hace como mil años que vivimos hablando en voz baja, consintiendo.

Hablamos bajito cuando los incas podían desollarte. Y más bajito cuando los españoles te podían trocear. Y todavía con murmullos cuando fuimos libres de boca para afuera pero súbditos de los sucesivos caudillos que creían que el Estado era un bien raíz y una chacra para los amigotes. Así fuimos haciendo esta gran Aracataca. Macondo hicimos.

Pensar era –y es– una anomalía. Disentir, una provocación. Rebelarse, una extensión de la locura. En un país dominado por la injusticia hablar de la injusticia te podía costar El Frontón. Y luchar contra ella, la vida.

Frente a un Túpac Amaru hubo cien Piérolas creando sus propios califatos. Porque el miedo a la libertad no es solo el título de un libro de Fromm. Es la consigna que la derecha le ha impuesto al Perú. Está en su escudo desarmado y en sus genes vendedores mayoristas de su propio país.

Todos roban –te dicen–. Y eso es casi una invitación a robar. Porque si todos roban, ya nadie roba.


Aquí no hay castigos ni recompensas, todo se olvida– te muelen repitiéndolo. Y eso es otra incitación a la impunidad.

Lo criollo es también esta salsa espesa de quietud egoísta. Las verdaderas tradiciones peruanas no son las de Ricardo Palma: son decir sí y estar en la foto.

¿Exigir cambios? Eso es –dicen los que cortan el jamón y los idiotas de sus services– de chavistas, rojos, perfeccionistas, amargados y renegones. En el Perú la ira de los pobres se combate con misas o balazos y hay un estoico agazapado en cada futuro, detrás de la maleza de los días. Y cuando estemos lo suficientemente ablandados, vendrá el tiro de gracia. Y cuando venga el tiro de gracia, cuando ya no pienses sino en ti mismo y bailes solo en la loseta ínfima que te asignaron, ese será el día final de tu hechura: serás uno de ellos. Hablarás como ellos, maldecirás como ellos, venderás como ellos. Y, sobre todo, harás lo que ellos: negar al otro y sólo reconocerte entre los tuyos.


Que los jóvenes aprendan la lección. Nada cambiará si no matamos la resignación.

Porque la democracia no consiste en votar de vez en cuando. Consiste en ejercer la libertad a cada rato.

Los esclavos no aman la libertad –esa es una mentira altruista–. Solo los libres pueden amar la libertad y defenderla.

La mansedumbre no es madurez sino derrota. El aguante es la amnistía crónica. La docilidad es lo que se les exigía a los negros carabalíes embarcados a la fuerza en el puerto de Macao. La libertad no mata. La paciencia es una mentira teologal que contradice a Cristo y que Cipriani aplica en cada hostia. Cristo fue impaciente. La vida es una ráfaga impaciente.

Los peruanos no nacimos un día en el que Dios estuvo enfermo, como decía Vallejo de sí mismo. Naceremos el día en que sepamos apreciar el vértigo creador de la palabra desacato. El desacato no es el caos. Caos es lo que vendrá cuando las presiones sociales, contenidas por el plomo y la mentira, revienten otra vez.

Y ahora sería un magnífico desacato, un descomunal acto de rebelión democrática o dejarse engatusar por quienes quieren, en el colmo de la indignidad, que premiemos a la hija de un ladrón y asesino –ladrona ella misma al gozar del dinero robado– con la presidencia de la República.

Y todo por cerrarle el camino a un señor que quiere cambiar algunas cosas. Solo algunas cosas. Un señor al que la experiencia ha moderado y que se ha comprometido a no hacer experimentos anacrónicos. Pero que sí quiere que las mineras paguen lo que deben, que los impuestos sean más directos, que los viejos estén menos desamparados, que haya menos hambre y que la pobreza rural se atenúe todo lo que se pueda sin desbaratar la economía. Y que quiere también que el gas peruano abastezca primero a los peruanos y que los grandes proyectos de exploración y explotación de la minería y del petróleo se concilien con los intereses nativos y las normas ambientales que no se están cumpliendo.

La derecha quiere volver a demostrarnos que siempre gana. Presentó cuatro candidatos –cuatro variaciones de la misma melodía: Castañeda, Toledo, PPK y K. Fujimori– y los cuatro perdieron. Ganó un hombre gris que propuso algunos cambios. Y lo peor: sale la primera encuesta pos primera vuelta y el hombre sin demasiados atributos ¡sigue ganando! Y sigue ganando porque Lima, este espanto, no es el Perú. Porque el gobierno de Las Casuarinas está en crisis. Porque el modelo García, una combinación de Caco con Friedman, drena sanguaza.

Entonces, la derecha propone liquidar, de una vez y para siempre, esta pesadilla que aturde al dólar, baja las acciones, hace chorrear el rímel. Para eso están su tele, su radio, sus periódicos. Y se deciden por lo previsible: la campaña del terror.

Solo el terror podrá salvarlos. Porque saben que su prontuariada candidata es impresentable aun para 75 por ciento de peruanos.

Lo único que cabe, entonces, es bombardear al incómodo reformista con todos los B-52 de la calumnia, el rumor, la mugre, la idiotez que los cándidos pueden propagar. El propósito es el homicidio político del hombre que propone algunos cambios. Y los muertos no pueden ganar elecciones.

Hablan de intromisión extranjera los que quisieran anexarse a los Estados Unidos o al Chile potente que sus tatarabuelos dejaron entrar con su cobardía y su desunión. Denuncian que la libertad de prensa peligra quienes despiden a periodistas que se niegan a sumarse al lodo de la campaña contra Humala. Y advierten que el empleo está amenazado quienes han creado la mayor cantidad imaginable de empleos basura y services explotadoras.

Y a todo esto le llaman “elecciones democráticas”. A ensuciar la inmundicia le llaman “debate”. Y no tienen problema alguno bancando a una candidata indecente. Ellos representan la vieja indecencia de las encomiendas, las ladronas leyes de consolidación, el festín del guano. La señora K. Fujimori les cae como anillo al dedo.

César Hildebrandt
Reproducido del semanario Hildebrandt en sus trece que cada viernes está en circulación.