2012/08/02

Diccionario de arequipeñismos

Por Orlando Mazeyra Guillén

En La civilización del espectáculo, el último libro de Mario Vargas Llosa, el escritor arequipeño atiende la idea del poeta, dramaturgo y crítico literario estadounidense T. S. Eliot de que es indispensable que existan culturas regionales que nutran a una cultura nacional y, a la vez que formen parte de ella, existan con su propio perfil y gocen de cierta independencia: «Es importante sentencia Eliot que un hombre se sienta no sólo ciudadano de una nación en particular, sino ciudadano de un lugar específico de su país, que tenga sus lealtades locales. Esto, como la lealtad con la propia clase, surge de la lealtad hacia la familia».
El Diccionario de arequipeñismos ha sido escrito, creo, azuzado por esa genuina identificación que Juan Guillermo Carpio Muñoz siente con su tierra natal, sus raíces, su familia, es decir: Arequipa.
Yo había leído, hace algunos meses, una versión bastante resumida, cuando el autor le regaló un ejemplar a mi madre luego de degustar, cómo no, un sabroso adobo preparado por ella. No podrían imaginar (o quizá sí) lo placentero que fue el retar a mis hermanos a pasar la prueba de saber cuán arequipeños eran, preguntándoles el significado de algunas palabras que consideraba «rebuscadas» y, a su vez, la fruición que me producía el reencontrarme con vocablos que parecía exhumar de los sótanos de la memoria, recordando, así, los domingos, en la casa de la Mamá María, mi abuela materna, en Cerro Colorado: correteando en su gran huerta, escuchándola hablar y sintiendo un secreto orgullo por no sólo ser nieto de arequipeños de pura cepa, sino porque había un valor agregado: ¡eran chacareros!
Valga aclarar que la lectura de este libro ha servido para enmendarme la plana y, así, descubrir que el habla arequipeña es mestiza y, por lo tanto, se forjó por contribuciones tanto de los chacareros como de los citadinos. En consecuencia, no sólo es un absurdo el sentirse más arequipeño porque uno es descendiente de chacareros mistianos, sino que, como nos lo dice el autor del diccionario, hay que erradicar el equívoco de llamar loncco, al hablar típico, tradicional, característico o ancestral del arequipeño.
Esta publicación no sólo nos acerca a terminologías locales, sino que también a definiciones sobre lo que es ser arequipeño. Ahora, a puertas de un nuevo aniversario de la Ciudad Blanca, vuelve a plantearse la pregunta de siempre: ¿quién o qué es un arequipeño?
En esencia, un arequipeño es un mestizo que no tiene complejo de inferioridad frente a los demás, no reniega, no se avergüenza, ni se siente tributario de sus ascendientes indios o españoles, porque se siente un ser nuevo y diferente y, algunas veces, equívocamente, hasta se cree superior a ellos.
Hace algunas semanas, le comenté a don Juan Guillermo que quizá muchos de estos arequipeñismos están condenados (y disculpen por utilizar este término que puede sonar despectivo o desafortunado) a convertirse en antiguallas para el arequipeño del siglo XXI; sin embargo, eso sólo lo dirá el tiempo. Pongo como ejemplo, lo que tengo más a la mano, mi familia. O, para ser más preciso, mi familia paterna. Los hermanos de mi padre tenían la costumbre de poner apodos muy arequipeños: a la hermana mayor, por ser muy beata y llorona, una solterona pertinaz, señorita que ya frisa los ochenta años, le decían «sor cariche»; y a una de las últimas tías del clan, por ser la de piel más blanca y de ojos claros, le decían, con cierto retintín, «la carulla». Cariche y Carulla, dos arequipeñismos que, entiendo, para el arequipeño promedio deben sonar a términos, si no extraños, poco usuales. Ojalá me equivoque.
Además, el doctor Carpio Muñoz nos advierte, para mi espanto, que una de las características del habla de los arequipeños (la correcta pronunciación de la «ll»), se está perdiendo producto del agobiante centralismo limeño. Entonces lo que se viene no es muy alentador, aunque todo depende del cristal con que se observe. Julio Cortázar afirmó que «las novedades del habla popular son la creación de poetas anónimos que precisamente crean nuevas formas porque las usuales están gastadas, han perdido filo».Yo no creo que estos términos hayan perdido filo. Es simple, o desolador: ha dejado de interesarnos lo propio, lo que nos distingue de los demás.
A contrapelo de todo lo expuesto, esta bella publicación atiza la llama de una esperanza. Espero, pues, que la difusión del Diccionario de arequipeñismos sea un primer gran paso: una tarea pertinente, porque además el esfuerzo de galeote de su autor lo merece y, tal como lo señaló el poeta cusqueño Odi Gonzáles, estamos ante un hombre que «ha cargado un puma vivo». Este libro es parte de nuestra historia, pasado y presente, anidándose para construir un futuro que cumpla con la promesa de nuestro amado himno: renovar los laureles de ayer.
Como arequipeño me siento agradecido y es mi deber compartir esta emoción con todos los lectores, la emoción de sentirme ciudadano de esta tierra.
Orlando Mazeyra Guillén
01 de agosto de 2012.

  Pa’ Juan Guillermo

Por Sara Guillén Camargo

Esta noche se reúnen
los lonccos y los ccalas
en la biblioteca del Nobel Don Mario Vargas Llosa
para atingir lo que ha escrito el Juan  Guillermo,
después de muchas jornadas de esjuerzo;
paiso le ha dau  el tatito
bastante caycumen.

Seguritito que se ha quedau chocni
y se ha tocpiu el celebro pacer este nuevo  libro;
que más  parece una lloglla de palabras;
que me han cercenau el corazón,
recórdándome  que bonito  hablaba
en antaño mi aguelo Fernando y la mamitá Juana.

Veyo en su libro una pucuna
que servirá para soplar cultura
a tanto mocotecte y badulaque
Lue estau leyendo y me guelto loca  de alegría,
 una tarabilla contando, y recordando a mi familla
 arequipeñismos de  tanta maravilla.

Juan Guillermo, ¿cuánto te habéis demorau
para escribir tanto?
Por Diosito seguro que has estau
como gallina tocta encerrau en San Lázaro;
¿Cuántos días encerrau? Y ahora:
¿Cuántos riales por revainarte el celebro?
¡Eso no importa!
Seguro  cuatro riales por el esjuerzo.

Recuerdo que decía el abuelo: Si no vivís pa servir
no servís pa vivir.
Por eso no  permitáis que te domine el cansancio…
Vos seguí en la faina, creyando cultura
para tanta criatura.
Ya viene la fiesta de la Asunción voy a pedir que
La mamita linda te bendiga
y te ilumine la Santisma Trinidá;
Tu no dejís de mirar pal cielo dando
gracias por el bendito  caycumen que te  ha
dau el Tatito.
Esta noche recibe  una quepiñada de felicitaciones
de todos los que te acompañan.  
Gracias Juan Guillermo por seguir construyendo cultura,
para tu Arequipa, a la que amas y conoces con locura.

Sara Guillén Camargo
1 de agosto de 2012

ALGUNOS AREQUIPEÑISMOS Y SU SIGNIFICADO
(fuente Diccionario de J. G. Carpio Muñoz)


1. Guardacho: dinero, comida, o en general cosas que se guardan o esconden con mucho celo, de tal suerte que los demás no tienen idea de su existencia. Por ejemplo: hijito, te voy a comprar una computadora con un guardacho que tengo, pero no se lo digas a nadie.

2. Guato: cordón ordinario o gastado por el uso, algunas veces hecho con una tira de tela, que sirve para amarrar. Por ejemplo: amárrate los guatos de los zapatos.

3. Toncori: Garganta, tráquea. Por ejemplo: se le atracó un hueso en el toncori.

4. Mistiano: natural, perteneciente o relativo a Arequipa. Literalmente hijo(a) del Misti, el volcán tutelar de Arequipa. Por ejemplo: las mistianas, además de atractivas, son trabajadoras y exigentes.

5. Misquirichi o Misquiriche: avaro, miserable, tacaño, el que se engolosina con su dinero o con las cosas de su propiedad. Por ejemplo: ella no te convidará ni un pan, es una misquirichi.

6. Chajualla: perro chico y ladrador y bullicioso; por extensión, persona bulliciosa y parlanchina; por extensión: algo o alguien sin importancia, insignificante.

7. Trica: el conjunto de las tres porciones en que se divide la bebida preparada con la mezcla de los líquidos de una botella de licor de alto contenido alcohólico y una botella de gaseosa (de uno a dos litros de capacidad). La medida es: una de licor por dos de gaseosa. De uso reciente entre los jóvenes.

8. Cotimbear: mentir o decir cotimbas (mentiras, embustes). Esta acepción está en desuso. Generalmente se le confunde con quetimbear.

9. Forata: expulsar a alguien, botarlo, echarlo, arrojarlo, ponerlo fuera. Por ejemplo: ya les dimos forata a esos intrusos. Romper unilateralmente una relación o un compromiso. Por ejemplo: Elenita le dio forata a su enamorado. Parece provenir del español fuera.

10. Chilicuto: Grillo. Apodo de varón bajito y casi volátil por su poco peso.

11. Tolina: Marisco difundido en la costa del Perú y en el norte de Chile. En Arequipa se conoce más con el nombre de tolina, pero también algunos le llaman: casco de burro, y otros abalón (que no es palabra del español). Nuestro plato típico en que es protagonista es la sarza de tolinas. En Chile le llaman loco y lo comen con mayonesa. Es también muy difundida su acepción: vagina (por el parecido del marisco al órgano femenino ya mencionado).

12. Diana: bebida caliente que se prepara con leche, agua, castañas, almendras, coco rallado, canela, clavo de olor y pisco (o en su defecto coñac), y que es tradicional tomar "para el frío" y por las noches en los lugares públicos donde se verifican festividades populares. Posiblemente este arequipeñismo se haya formado de manera figurada a partir del vocablo español diana, que como sabemos nomina a ese toque de corneta que se hace en las madrugadas en los cuarteles para levantar a la tropa.
 

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