2007/07/20

O-S-Q-U-Í-T-A-R

Lima, 8 de marzo de 2007
Óscar:

Es inútil, de veras que lo sé, pero, aparte de esto, ¿qué otra cosa más puedo hacer para acercarme a ti? Y me sabe a insensatez de mi parte el malgastar palabras para escribirte confesiones que tal vez nunca leerás. Y digo -intuyo con el ciego convencimiento de ser quien te conoce mejor que nadie- que no leerás estas tristes líneas porque, ahora, a tus ojos, todo lo que se relacione conmigo les resulta repelente, chabacano y repudiable.
En verdad, no te culpo. Entiendo que, por todo lo compartido y vivido, me convierto en algo así como un remitente indigno y desechable. Sólo te aclaro que si he de culpar a alguien -cosa que, por lo demás, me resulta insoportablemente pueril- lo haría en silencio, y en la absoluta soledad que me ha dado tu devastadora ausencia.
No creo en el destino, tampoco en el azar, pero sí soy prosélito de mis pulsiones (prosélito, ¡vaya palabra!, siempre fui un huachafo impenitente, lo sabes)… fueron mis pulsiones las que ganaron mi voluntad y me arrojaron hacia tu cuerpo; aunque, al inicio, me catapultaron hacia ti tus ideas acerca del arte y la felicidad, tu insobornable rechazo al vicio y a todos excesos (exceptuando, por supuesto, el sexual), tu forma de entender la vida, de gozarla (conmigo), de sacarle la vuelta a la adversidad -esa adversidad que algunos, en nuestros malos ratos, llamamos homosexualidad.
Ante ti me siento desnudo, huérfano de palabras, precario hasta la rabia. No tengo tus lecturas, tampoco tu sonrisa. Me falta un corazón como el tuyo, a veces creo que el tuyo nos pertenece a ambos… Búrlate si quieres de mis cursilerías de colegial enamorado (enamorado, sí; confundido, jamás). Tú, ante mí, eres optimismo. Entérate de que cuando el optimismo me envuelve, creo que tú me perteneces (y que te alegra ser mío)… cuando me lo creo, ¡ay!, te desvaneces. ¿Ves? Ya estoy hablando de propiedad privada. Si te tuviera al frente me tocaría de nervios, echaría una risotada estúpida y te pediría disculpas con un beso sentido, breve, pero lo suficientemente intenso. Y es que es intenso lo que siento por ti, tan intenso que duele, somete, acuchilla y agrieta mis emociones.
¿Qué más te puedo decir que ya no te haya dicho antes? ¿Que las dos últimas veces que tomamos café en silencio me sentí el centinela de tu alma? ¿Que la única vez que nos hundimos en tu colchón, sin usar preservativos ni lubricantes, me convertí en el hombre más libre del mundo? Sólo con tu compañía he saboreado a pleno mi existencia, me he sentido absolutamente libre; pero, como nada es perfecto (y quiero recordártelo), también he sido esclavo de tus arrebatos, de tus paranoias desbocadas, patadas al tablero, insultos despiadados y cachetadas intempestivas
.
Imagen:
Bartolomeo Cesi (1556-1629)
Hombres besándose. Boceto. Galería degli Uffizi, Florencia

No comments: