2008/01/19

El Bobadilla que yo conocí


Empezaba la década del noventa y los Hermanos De La Salle me preparaban para recibir la primera comunión. Ya había pasado por el amargo rato de ver al genio del fútbol mundial, Diego Maradona, con el rostro anegado en lágrimas, recibir la medalla de plata en la final de Italia 1990 que, vía un injusto penal, consagró campeón al equipo teutón. Creo que el hecho de ver a mi ídolo caído me hizo descubrir que la vida nunca sería como la soñamos, no todas nuestras expectativas se verían cumplidas.
Recuerdo que, los sábados, cuando acompañaba a mi padre al mercado El Palomar, me encontraba de pronto con esos letreros callejeros que atravesaban toda la avenida Parra anunciando un nuevo encuentro futbolero del torneo descentralizado: FBC Melgar vs. León de Huanuco.
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La imagen todavía permanece con nitidez: el equipo saliendo de los camerines liderados por el guardameta guaraní que llevaba el cinto de capitán (recuerdo que Requena también fue capitán por esos años). Vestía un short oscuro, camiseta con vivos morados y guantes blancos, cabellera profusa y barba incipiente. Estaban también: el “Coyote” Julio Rivera, Pedro “Perico” Requena, Víctor Riega, Ernesto “Palito” Vera, Freddy “Chucky” Torrealva, la “Chancha” Falcón, Pedro “Gallito” Valdivia y tantos otros futbolistas que conformaron quizá el mejor equipo rojinegro de las últimas dos décadas.
Ese día el Melgar le volteó el partido a los huanuqueños y ganó 4-2. Y decidí volver: la cita casi siempre era los domingos a las 3:30 de la tarde. Aunque, si mal no recuerdo, fue al mediodía que resultamos siendo testigos de seguramente la mejor presentación que vimos los jóvenes de mi generación en el estadio de IV Centenario: el aplastante 6 a 0 al Sporting Cristal en donde Torrealva, disfrazándose de Maradona, pasó a la historia del equipo dejando desperdigados por todo el campo a los rivales celestes, incluido el guardameta Rafael “Pañalón” Quesada, para detener el esférico al borde de la linea de gol y, así, agacharse “toreando” al balón con la testa e introducirlo en la valla bajopontina ante la impotencia y la posterior rabia de uno de los que pasaría a ser un emblema del Cristal Sub-campeón de la Copa Libertadores 1997: el paraguayo Pedro Garay.
Bobadilla fue el arquero en las mejores tardes melgarianas de los 90. Su estilo era sobrio, sin grandes aspavientos. Todavía lo puedo ver agazapado y meciéndose ligeramente hacia ambos lados para atajar alguno que otro penal como su ilustre compatriota José Luis Chilavert. Muchas de sus estiradas arrancaban aplausos que bajaban de todas las tribunas y creo que todos los seguidores del equipo lo recordamos con especial afecto pues, junto al fallecido Alejandro Gustavo Mulet, fue, sin duda, uno de los mejores porteros que pasaron por el FBC Melgar en los últimos 20 años.
Hay que recordar que si bien es cierto que, como jugador, dejó huella en la institución esto no garantiza nada ahora que será el timonel. Recordemos el caso de su compatriota Jorge Amado Nunes, quien fue un ídolo en la U, pero su paso como entrenador terminó por las patas de los caballos. Ojalá Bobadilla se vaya de Arequipa por la puerta grande, ¡necesitamos tanto un Melgar como el de aquellos tiempos!

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