2011/08/27

JORGE CARDEÑA: «TODAVÍA ME SUEÑO CON EL COLEGIO»

JORGE CARDEÑA: «TODAVÍA ME SUEÑO CON EL COLEGIO»

Quería ponerme al día,
todos mis años de timidez,
De huevón quedado
Comenzaron a disiparse…

Alberto Fuguet, Missing (una investigación)

Está convencido, entre otras cosas, de que crecimos en un entorno salvaje, una auténtica jungla de sillar (y de cemento). Jura y rejura que Sergio Rivera está “loco” y que el Perú clasificará al mundial de Brasil 2014 (¿quién es el loco entonces, señor fiscal?). Todavía se sueña con el colegio y, en un momento difícil, supo, gracias al profesor de literatura, que los maestros de verdad están más allá del recinto escolar. O algo así.

Jorge Cardeña es un compañero de la promoción a quien muchos podrían considerar un “missing”, una figurita recontra difícil del Álbum Sui Géneris 1997. Ahora es fiscal, está felizmente casado y sigue siendo, por supuesto, un fervoroso hincha del F.B.C. Melgar…

Es, también y sin ápice de duda, otro más del extenso clan de la 1997 que podría hacer suyas las célebres palabras de Fito: “cuando me fui, no me alejé”. Acerquémonos un toque al popular “Tinelli”.

_____

Me encuentro con Jorge Cardeña un viernes por la noche, en el pasaje de la Catedral. Él luce impecable, yo muy informal. Nos demoramos algo en escoger un local (en donde él pueda fumar plácidamente) y, cuando recién nos estamos acomodando, quien rompe los fuegos es él:

–Orlando, ¿fuiste al partido contra el Inti Gas?

–No, Jorge, no fui. Justamente de eso te quería hablar. Contigo sólo me encuentro en situaciones difíciles, desazones, nos encontramos saliendo del estadio, puteando en la tribuna porque el Melgar pierde… pero nunca te he encontrado en un almuerzo de promo, parece que luego de terminar el colegio te esfumaste…

–Sí, ¿no?

–¿Hay alguna razón honesta, sincera, que salga de verdad del corazón, con la que nos puedas explicar por qué nunca quisiste volver a ver a la gente de la promo?

–Mira, no quizás la principal, pero una razón subsidiaria, es el tema de los estudios, del trabajo. Pero quizás una de las principales razones fue porque no me sentía “parte de”, no me sentía parte de la promoción. En el colegio, como tú bien sabes, me juntaba con Hernán Palo, Juan Carlos Castro, Wilber Villena, con Cristian Villón, pero cuando acabamos el cole, cada uno se fue por su lado. Entonces, ya pues, el grupo que habíamos formado en el colegio se desintegró, por así decirlo, pero no por malas razones, sino por cuestiones propias de la vida. Evidentemente, no tenía la afinidad que tenía con ellos con el resto de la promoción.

–Digamos que tus vínculos eran muy escasos: Cristian Villón, Hernán Palo, Juan Carlos Castro, Wilber Villena… se contaban con los dedos de la mano

–Exactamente. Lo cual no significa que con el resto me haya llevado mal porque todo el mundo sabe eso, nunca me he llevado mal con nadie.

–¿Y no buscaste afianzar vínculos al menos con ellos después del colegio?

–No, porque ya entré a la universidad y es como un nuevo mundo. Era otro inicio, un comienzo, una nueva vida. Otro grupo de amigos con quienes nunca llegué a tener la afinidad que tuve con los patas del cole…

–También la universidad se presentaba como la oportunidad para cerrar un capítulo, ¿no?

–Claro, también.

–Y, desde tu perspectiva, un mal capítulo…

–¡No, no un mal capítulo! Al contrario, yo siempre puedo decirlo, lo digo: la mejor época que he vivido ha sido la época del colegio: más que la universidad, más que el trabajo… ¡No! Yo no he salido del colegio resentido (como de repente yo sé que algunas personas creo que sí lo han vivido, ¿no?). Yo no al menos, en absoluto. Yo vivo, como creo que casi todos, recontra orgulloso del colegio en que he estudiado y cada vez que puedo lo menciono. Es más, hasta el día de hoy, no sé si les pasará a algunos, ¡me sueño con el colegio!

–¿Cómo es eso de que te sueñas con el colegio?

–¡Me sueño que estoy en la clase! Me sueño que estoy con la promoción, me sueño que estoy en el recreo, o de repente me sueño que estoy en clases de la universidad pero con los ambientes físicos del colegio. Sí, eso me pasa con relativa frecuencia.

–Eso de soñarse todavía con el colegio como que emociona un poco. Estamos hablando, pues, de “los años maravillosos”. ¿Qué recuerdos guardas del cole?

–Guardo lindos recuerdos del colegio. Recuerdo cuando compartimos clase en 2do. “A” que creo que fue la peor de ese año, estábamos con Palomino Merma, con ese profesor de literatura que tenía un bigotito, que pateaba las paredes y era medio loco. Me acuerdo inclusive, clarito, las cosas que tú hiciste ese año…

–¿Cómo por ejemplo?

–Me acuerdo que en algunas clases hiciste sonidos onomatopéyicos referentes a gases.

–O sea, hablamos de ruidos de pedos.

–Sí en plena clase de literatura. Me acuerdo también de los últimos años de secundaria, por ejemplo de Patricio Torres haciéndole la vida a cuadros al profesor Chocano.

–¿Tu gran amigo del colegio?

–Hernán, ¡claro!

–¿Por qué?

–Aunque sería injusto nombrar solamente a Hernán, también agregaría a Juan Carlos Castro. Si no recuerdo mal, en los últimos años, Juan Carlos se sentaba detrás de mí, delante Renzo y a mi costado De Olazábal. En Hernán y Juan Carlos notaba ciertas características parecidas a las mías.

–Un poco introvertidos…

–Quizá.

–Perfil bajo…

–Sí.

–Estudiosos…

–Claro, aunque yo tengo que reconocer que, en el colegio, no he sido súper estudioso, siempre fui de la mitad para abajo…

–Quizá esto cambió en la universidad, Jorge.

–Sí, en la Universidad he sido el Carlos Bellatín de mi promoción. En la U terminé en el segundo puesto de mi promoción. Pero yo digo una cosa y nadie me cree: yo he sentido siempre que más presión y más exigencia hubo en el colegio.

–Y más competencia…

–¡Uf! En el cole había monstruos. La universidad en ese sentido ha sido mucho más blandengue…

–En esas aulas de derecho conociste a la que es tu actual esposa…

–No, no, no. Yo con mi primera enamorada empecé de cachimbo y estuvimos ocho años.

–¡Ocho años!, eso ya es matriqui…

–Sí, pero no se concretó…

–Para alimentar el morbo, ¿por qué no se concretó?

–(Ríe de buena gana) Simplemente y como suele pasar en toda relación que es tan larga, o en algunas, se vuelve una cuestión monótona, prácticamente parecía la agenda del colegio, ¡yo lo viví!, y nos dimos cuenta de que lo único que nos unía era la costumbre. Cada uno decidió tomar su camino de forma convenida. Ahora ella está casada, tiene sus hijos y creo que le va bien…

–O sea, todo quedó en buenos términos…

–Sí. Obviamente que no soy su amigo y ella tampoco.

–¿Terminaron en qué año?

–2006.

–¿Ahí conoces a la que es tu esposa?

–No, entré a trabajar a la fiscalía, conocí a una chica, enamoramos dos años y luego conocí a mi actual esposa.

–Que se llama…

–Mayra

–¿Te casaste con ella, cuándo?

–En febrero de este año.

–¿Por qué elegiste el derecho, sientes que es tu vocación?

–Elegí el derecho porque odio los números. Y la consideré una carrera fuerte, de peso.

–¿Pero no eras un convencido?

–Ah, ¡no, no, no! Yo me acuerdo que le pedí a mi abuelo un consejo, le dije: ¿qué me sugieres que estudie? Y fue uno de los mejores consejos que él me pudo dar. Pero ahora sí estoy enamorado de mi profesión: me ha dado muchas cosas.

–¿Te gustaría ser docente?

–Ése es mi sueño: hasta pagaría por eso, lo haría gratis.

–¿Quién es tu referente como maestro?

–Pedro Torres Fortón.

–¿Por qué?

–Porque lo veía como una persona equilibrada, estable emocionalmente, sabia en el sentido de que tenía mucha experiencia de vida, una persona muy noble, muy lúcida. Y es más, te voy a contar algo que nadie sabe de la promoción: cuando terminé con mi primera enamorada me sentía muy abatido, ¡eran ocho años de relación! Y una de las primeras personas a las que recurrí por un consejo, fue a él, y después de tantos años de haber dejado el colegio… Conseguí su teléfono, le pedí conversar con él, se acordó de mí, seguramente de nombre porque no creo que de cara… Nos encontramos y conversé con él. Me dio excelentes consejos y me hizo sentir muy bien. Todo esto esto ratificó lo que pensaba de él. Es una gran persona.

–Y un maestro de verdad, aquel que lo es más allá de las aulas…

–¡Exactamente! No me evadió ni pretextó nada. Fue muy afable. El mismo día que lo llamé fue el mismo día que nos encontramos en la noche. ¡Me ayudó bastante!

–Como abogado debes ser buen lector…

–Sí me gusta leer, pero mis gustos son extremadamente comerciales, los best sellers: Dan Brown, Agatha Christie, novelas policiales. Aunque también he leído a Sábato: El túnel.

–¿Vargas Llosa?

–No me gusta.

–Por sus temas…

–Exactamente.

–¿Quizá porque eres muy “puritano”?

–Sí.

–¿Eres católico?

–Sí, pero muy practicante no soy.

–No eres de ir a misa los domingos.

–¡No, no!

–¿Te confiesas?

–Después de salir del colegio me confesé casi diez años después: en el 2006.

–Que fue precisamente cuando terminaste con tu primera enamorada, Jorge, ¿Porque te sentías muy mal?

–Sí, me sentía mal, muy triste.

–Te acercaste a Dios a raíz de eso.

–Claro, ésa fue la razón.

–Recién en los momentos difíciles nos acordamos de Dios, ¿no?

–Sí, exactamente.

–¿Y lo encontraste?

–Creo que no. Pero de repente fue porque no fui paciente, me faltó ser más paciente. Ser un poco más comprometido.

–Eso quiere decir que, en resumidas cuentas, podrías ser un no creyente…

–Podría ser…

–Eres lo que se llama “católico tradicional”

–Debo reconocer que recurro a Dios en los momentos más difíciles. Me acuerdo de Él permanentemente y le agradezco todo lo que me ha dado, sin embargo, en buena cuenta rezo cuando las papas queman… En resumen: mi credo radica en que Dios es lo más grande y que todo lo que tenemos se lo debemos a él.

–En el cole éramos un grupo muy futbolero en todo el sentido de la palabra: la práctica y la afición, más allá del talento… Había una mancha del Melgar: Tú, el Negro Pinto...

–El Renzo Carpio

–¿Qué representa el fútbol en tu vida?

–El fútbol, cuando estaba en el colegio y en los primeros años de la universidad, representaba una gran afición, mi afición por excelencia. Es más: un tiempo me compraba todos los días el Líbero, escuchaba los programas de radio, sabía hasta la edad que tenía el volante izquierdo del Melgar, ¡todo, todo, todo! Pero… ya cuando empecé a trabajar y tuve otro tuve otro otro tipo de responsabilidades…

–Empezó a declinar…

–Sí, empezó a declinar. Ahora, mi amor, mi afición por el fútbol se reduce al Melgar (a que gane los partidos) y a la selección peruana. Ya no estoy pegado a los programas de radio o TV, salvo que gane el Melgar, ahí sí me veo todos los programas deportivos… Si no gana el Melgar no quiero ver ninguno y, bueno, no soy tampoco aquél que cuando va a jugar el Barcelona con el Real Madrid quiere verlo sí o sí, no, ya no.

–Ya no hay tampoco esa afición por la Argentina de Maradona que teníamos en el colegio…

–¡Claro! O, para mí, Sergio Goycochea en Italia 1990.

–Yo creo, Jorge, que para los que hemos mamado fútbol en los 90, Goycochea ha sido, en el puesto de arquero ha sido el gran referente…

–¡Es que tenía mística!

–Maradona sigue siendo el ídolo por excelencia. ¿Qué es para ti Maradona?

–Para mí Maradona es el mejor jugador de todos los tiempos. Y a mí Pelé me llega…

–…al huevo…

–Sí, a mí Pelé me llega. No tiene en nada esa mística de Maradona. Pero no puedo olvidar la gran decepción de Estados Unidos 1994, cuando me enteré que iba a jugar el mundial, me alegré. Pero cuando se dio lo del doping me dio bastante pena.

–Yo me puse a llorar, Jorge. El Veco lloró en la transmisión…

–Sí, yo lo entiendo. No sé si yo lloré también, pero lo entiendo. ¡Qué gran momento ese golazo a Grecia en el partido del debut!


–Tienes un vicio: el cigarrillo. Fumas mucho.

–Sí.

–¿Cuántos diarios?

–Cuatro o cinco. En los días más fregados, habré llegado a fumar diez cigarros.

–¿Qué esperas de aquí en más de la vida?

–¿Qué espero? Tener hijos, formar una familia. Tratar de mantener lo poquito que he conseguido. Hablar con mis hijos: contarles las escasas experiencias que pueda tener, aconsejarles, ayudarles.

–¿Tener hijos porque es parte de la vida o porque lo sientes?

–Porque lo siento. Me gustaría compartir, como te dije, mis experiencias: enseñarle las cosas que a mí me parecen buenas. Una de las cosas más dulces que yo acaricio es llevar al parque a mi hijo, jugar a la pelota con él: cosas que mi padre ha hecho conmigo, cosas que recuerdo con mucha intensidad.

–¿Quién es la persona qué más ha marcado la vida de Jorge Cardeña?

–Mi papá.

–¿Por qué?

–Porque siempre me ha aconsejado, orientado, siempre me ha escuchado. Sobre todo por los principios y valores: mi padre y mi abuelo materno.

–¿Qué te gusta hacer cuando tienes nada que hacer?

–El cine, me encanta el cine. ¡Saquemos al Melgar! Si el Melgar no existiera, yo diría que es el cine. Puedo ver películas cuatro, cinco, seis, siete veces y no me canso de verlas.

–Por ejemplo, películas que hayas visto esa cantidad de veces…

El ciudadano Kane de Orson Welles y una película, ya más comercial, pero que me resulta muy inspiradora es Rocky. Pero El ciudadano Kane la vi en uno de esos cineclubs que había en la Universidad. Y siempre la recomiendo. Era una persona que lo tenía todo…

–Pero, al final, no tenía nada…

–Claro, una persona que obtuvo todo lo que quería desde el punto de vista social, materialista, pero todo le era insuficiente…

–¿La vida no es acaso una eterna insatisfacción?

–Yo pienso que sí.

–¿Cómo intentas acercarte a la felicidad?

–Haciendo cosas que no hice. En el camino uno comete muchos errores y entonces llega un momento en que se da cuenta de eso: miramos hacia atrás y tratamos de corregir todo lo mal hecho.

–Algo que harías, algo que dejaste de hacer en el cole.

–Si regresara al cole evitaría cerrarme tanto. Me abriría más a la gente. Pero, como te dije antes: del colegio, los recuerdos los mejores. A tal punto que me sueño con el cole, y no sé qué diagnóstico me daría un sicólogo.

–Si Dios, como el genio a Aladino, te concede tres deseos, ¿qué pedirías?

–Que cure a mi madre, pues está enferma. Mi segundo deseo involucraría alcanzar mis metas profesionalmente hablando. Y mi tercer deseo: que el F.B.C. Melgar campeone en la Copa Libertadores. (Ríe) Sueño con estar entrando al Monumental Arequipa y… ya, me conformo con que juegue la Copa Libertadores…

–¿Un mensaje a los amigos que no te ven hace tiempo?

–Primero, agradecerte por la atención que me has dispensado. Soy yo quien te agradece por esta oportunidad de comentar un poco y recordar qué es lo que he hecho en todo este tiempo. Un mensaje a la promoción: felicitarlos, definitivamente felicitarlos porque mantienen y conservan ese lazo, ese vínculo que estoy seguro que se mantendrá por siempre.

–Pero, Jorge, esta entrevista tiene que lograr algo: comprometerte a que el próximo año asistas a tu primer almuerzo de promoción

–(Ríe) Me comprometo.

–Sin ánimo de sacar chispas. Ya hablamos de los buenos amigos. ¿Los antipáticos?

–Eh, yo entiendo que era la edad, ¿no? Bueno, no me llevaba muy bien con Manuel Polanco, no podría decirle antipático, nunca me ha hecho nada ni yo nunca le he hecho nada, no le tengo ningún tipo de rencor ni rencilla, en absoluto, es más le guardo aprecio como al resto, pero en ese momento no me caía mucho como Marín Medina también.

–Alguien admirable, en esa etapa…

–En esa etapa admiraba a los primeros puestos: Carlos Bellatín, Hernán Palo, Wilber Villena.

–Tú querías estar con ellos…

–Sí, me hubiese gustado tener mejor fortuna en los estudios en el colegio…

–¿Por qué te decían “Tinelli”?

–(Ríe) Tinelli, pues, fue un apodo que me pusiste tú.

–¿Fui yo quien te puso Tinelli? No lo recuerdo, en verdad...

–Sí.

–¿Y por qué lo hice?

–Porque Tinelli es cabezón.

–Pero, en todo caso, el Marín hubiera sido Tinelli.

–No me molestaba, ah…

–Bromas del colegio que recuerdes…

–Cuando no habían profes en el aula: se tiraban las tizas, pan seco que era como una piedra y se puso se moda coger la franela con la que se limpiaba el escritorio del profesor. Y esta franela la llenaban de escupitajos… Yo tiré la franela con destino al Cristian Villón, pero con tan mala suerte que le cayó al Cristian Fernández Zegarra que tenía la fama de sicario. Toda la clase enmudeció y yo pensé en la muerte mientras él se acercaba a mi sitio. Justo cuando estaba a un metro de mi escritorio entró el profesor… Una cosa que yo no hice pero que siempre me acuerdo fue cuando lo metieron a Jorge de Olazábal a la funda del televisor e inclusive lloró.

–Hubieron muchos excesos…

–Sí, demasiados excesos (exclama conmovido). Creo que se nos pasaba la mano.

–Existe también la leyenda de “La jaula de las locas”

–Sí, sé que a algunos compañeros se los molestaba y se decía de ellos que eran gays.

–Eres homofóbico.

–Depende del concepto que tengas de homofóbico. Si es una persona que no le gusta relacionarse con los gays o que de repente los ve mal, entonces sí.

–¿Qué recuerdo de tu vida te lleva a las lágrimas?

–Cuando ingresé de fiscal: recordar el esfuerzo que significó eso para mí representó, en términos futbolísticos, ingresar a la Primera División: fue como ganar la Copa Perú.

–¿Cuándo fue eso?

–El año pasado.

–¿A qué abogado peruano admiras?

–A Alberto Borea.

–Del extranjero

–Luis Jiménez de Asúa, presidente en el exilio de España, y al argentino Eugenio Raúl Zaffaroni.

–¿Hay solución para la corrupción en el poder judicial?

–Es una cuestión de cultura de todos los peruanos. Pero yo al menos si en algún momento me vería en la posibilidad de cometer un acto de corrupción sentiría que traiciono lo que he podido aprender en la Universidad, y no me refiero a temas académicos, me refiero a temas éticos: valores y principios. Eso y el colegio. Para mí, hay que estar bien con Dios y con la conciencia. Eso para mí es lo más importante.

–¿Qué personaje de la historia de hubiese gustado conocer?

–Mariano Melgar.

–¿Por qué?

–Mira, no conozco a exactitud su vida pero…

–Fue una vida intensa, de novela

–Un idealista, un soñador, alguien que murió por sus ideales y principios, por amor…

–Como se debe morir, ¿no?

–Sí: Mariano Melgar.

–¿Quién no debió nacer?

–Hitler: por el Holocausto.

–Si no hubieras nacido en el Perú, ¿en dónde?

–Me hubiese gustado nacer en Argentina…

–¿Por?

–No sé, es algo que nunca me he explicado: siento cariño por ese país, afinidad, un sentimiento especial que nació en el colegio, pero no sé por qué. Y donde nunca me hubiera gustado nacer, obviamente en Chile.

–Después de esta Copa América, vas a seguir con furor la Eliminatoria Sudamericana.

–Sí, claro. Esta Copa América nos ha ilusionado. Luego del cuarto gol de Guerrero contra Venezuela, yo me arrodillé frente al televisor y estiré la manos: ¡me emocioné! Y se me salieron las lágrimas viendo al Loco Vargas recibiendo su medalla.

–¿Vamos a Brasil 2014?

–Yo creo que sí.

–¿Por qué?

–Tengo ese presentimiento y siempre he soñado con que Markarián sea el entrenador de la selección a consecuencia del campañón con Cristal en la Copa Libertadores de 1997. Todavía recuerdo a muchos en las clases del colegio con sus walkmans escuchando en plena clase el partido contra el Bolívar de La Paz, en plena clase con la profesora Hilda Murillo, de inglés, que me dejó grabado un pedido que nos hizo a todos: “yo les pido una cosa: nunca hagan llorar a una mujer”. Luego comprendí que no es posible y que nos pedía mucho…

–Frases para el bronce: de un pensador, de tu viejo, no sé…

–Yo tengo dos: “nuestro mayor éxito no está en nunca caer, sino en levantarnos cada vez que caemos”. Y la segunda: “querer es poder”.

–¿Este año descendemos de categoría?

–Te puedo decir simplemente que no quiero que descendamos, no quiero que el Melgar baje de categoría.

–Pero está bien jodido.

–Sí, está bien difícil. Y a veces me imagino estando en el estadio en el partido definitorio y me imagino comiéndome la uñas y también me imagino sentado, llorando…

–Ahí se van a ver a los verdaderos hinchas…

–¡Seguro!

–Tu principal defecto.

–El egoismo.

–Tu virtud.

–La perserverancia.

–Piensas a menudo en la muerte...

–Sí, a raíz del cigarrillo.

–¿Qué te gustaría que dijera tu epitafio?

–“Cayo 100 veces… y se levantó 101”.




Jorge Cardeña recuerda el cole from Orlando Mazeyra on Vimeo.


2011/08/22

El sentido del arte

Entiendo que las ideas o experiencias que nos educan –las que valen la pena de ser retransmitidas– son las que encontramos en aquellas lecturas que nos liberan y hacen de nosotros, otros, y en donde todos los otros, pese a su lejanía y excentricidad, caben en nosotros. Todos, como Simone de Beauvoir, somos conscientes de que no se vive más que una sola vida, pero a veces –por simpatía, desdén, amor, espanto, curiosidad, asco, atracción, odio o una mera necesidad vital– es posible salir de la propia piel y adentrarnos en La vida de los otros, como Gerd Wiesler, aquel capitán informante de la República democrática alemana que practicaba el 'chuponeo' para espiar, día a día, la vida de sus compatriotas sin saber que, por azar o destino, su vil oficio lo iba a llevar a una inevitable introspección que, antes que redimirlo, lo iba a ser merecedor de una Sonata para un hombre bueno.

Pensar que una sonata, una película o una novela pueden redimir a los rufianes y corregir a los pobres diablos es, sin duda, pretender darle alguna utilidad al arte. Paul Auster al recibir el premio Príncipe de Asturias se cuestionaba al respecto, y él mismo intentaba proyectar una respuesta: "¿Qué sentido tiene el arte, y en particular el arte de narrar, en lo que llamamos mundo real? Ninguno que se me ocurra; al menos desde el punto de vista práctico. (…) Un libro nunca ha impedido que la bala penetre en el cuerpo de la víctima. Un libro nunca ha evitado que una bomba caiga sobre civiles inocentes en el fragor de una guerra. Hay quien cree que una apreciación entusiasta del arte puede hacernos realmente mejores: más justos, más decentes, más sensibles, más comprensivos. Y quizá sea cierto; en algunos casos, raros y aislados. Pero no olvidemos que Hitler empezó siendo artista. Los tiranos y dictadores leen novelas. Los asesinos leen literatura en la cárcel. ¿Y quién puede decir que no disfrutan de los libros tanto como el que más? ".

Quizá Paul Auster acierta y lo único que nos queda, a los que quisiéramos contradecirlo, es agachar la cabeza y reconocer que la literatura no puede cambiar al mundo y que cada día que pasa el compromiso sartreano se empolva un poco más en la galería de grandes recuerdos del siglo XX. Y es cierto, también, que La Náusea no sirve de nada ante un niño que se muere de hambre; pero me parece que aún sirve para abrir jaulas e invitarnos a agitar las alas, que no es otra cosa que desmontar los moldes más rígidos de nuestro pensamiento para que éste se estire en todas las direcciones como le sea posible.

2011/08/11

El Chevrolet verdolaga


"Si no duele, no vale"
Alberto Fuguet

De un tiempo a esta parte tengo mucho apetito.

—Es la ansiedad —le aclara su madre—. Cuando uno está ansioso le aumenta el apetito. ¿Por qué no recoges la ropa de los cordeles para que te relajes un poco?

—Está bien.

—Pero no toda la ropa: deja oreando las medias y los calzones. Lo demás lo dejas en el cuarto de planchado.

El cuarto de planchado estaba en el último piso de la casa. Ahora, que no había sirvienta, esa pieza luce vacía.

Ezequiel lleva seis meses angustiado, buscando un nuevo trabajo y tratando de escribir sus memorias. El siquiatra le ha recetado un ineficaz antidepresivo con nombre de ópera de Verdi: Traviata. Toma una cápsula en las noches acompañada de un hipnótico que lo ayuda a dormir poco y mal.

Lee todo mi cuento en:El Chevrolet verdolaga/ Orlando Mazeyra Guillén
http://camilofernande.blogspot.com/2011/08/el-chevrolet-verdolaga-orlando-mazeyra.html




Los 50 años de LOS INOCENTES

2011/08/02

Ernest Hemingway


Por Ernest Hemingway

Carente de toda habilidad para pronunciar discursos y sin ningún dominio de la oratoria o la retórica, agradezco a los administradores de la generosidad de Alfred Nobel por este Premio.
Ningún escritor que conoce a los grandes escritores que no recibieron el Premio puede aceptarlo a no ser que sea con humildad. No es necesario hacer una lista de estos escritores. Todos los aquí presentes pueden hacer su propia lista de acuerdo a su conocimiento y conciencia.
Me resultaría imposible pedir al Embajador de mi país que lea un discurso en el cual un escritor diga todas las cosas que están en su corazón. Las cosas que un hombre escribe pueden no ser inmediatamente perceptibles, y en esto algunas veces es afortunado; pero eventualmente se vuelven claras y por éstas y por el grado de alquimia que posea, perdurará o será olvidado.
Escribir al mejor nivel, es una vida solitaria. Organizaciones para escritores mitigan la soledad del escritor, pero dudo que mejoren su escritura. Crece en estatura pública a medida que se despoja de su soledad y a menudo su trabajo se deteriora. Debido a que realiza su trabajo en soledad y, si es un escritor suficientemente bueno, cada día deberá enfrentarse a la eternidad o a su ausencia.
Cada libro, para un escritor auténtico, deberá ser un nuevo comienzo donde intentará nuevamente alcanzar algo que está más allá de su alcance. Siempre deberá intentar lograr algo que nunca ha sido hecho o que otros han intentado y han fracasado. Entonces algunas veces -con gran suerte- tendrá éxito.
Cuán fácil resultaría escribir literatura si tan sólo fuera necesario escribir de otra manera lo que ya ha sido bien escrito. Debido a que hemos tenido tantos buenos escritores en el pasado es que un escritor se ve forzado a ir más allá de sus límites, allá donde nadie puede ayudarlo.
Como escritor he hablado demasiado. Un escritor debe escribir lo que tiene que decir y no decirlo. Nuevamente se los agradezco.