2010/10/01

Las extrañas cartas para Nicolás

Aunque, como el maestro Juan Carlos Onetti, «me estoy acostumbrando a ser un perdedor sistemático, a ser un permanente segundón», comparto con los muchos lectores de Siete Esquinas este cuento breve que quedó finalista en el último Concurso de El Búho.

A Guillermo Giacosa.

Empecé a dejar sobres cerrados en las bancas de casi todas las iglesias de Arequipa desde la tarde en que me diagnosticaron esa innombrable enfermedad. Aunque decir «diagnosticaron» no sería preciso, porque nadie lo hizo. Así que desestime esa afirmación, pues se trató simplemente de un examen de sangre al que siempre me resistí: ahora, usted y los aquí presentes entenderán el por qué de mi reticencia. Pero no nos vayamos por las ramas, pues su interrogante iba dirigida al origen de esas «extrañas cartas», como las llama con cierto asco. Y le confieso que, al oírlo, sentí un vago escozor que podría ser síntoma de mi extraviada vergüenza o, acaso, otra alerta del inexorable avance de la enfermedad.
Sí, ya lo sé. No me apure, porque me pone nervioso. Nos casamos hace siete años y nos iba relativamente bien. Alquilamos un cuartito por Umacollo y empezamos a «intentar». Ese verbo se volvió la palabra recurrente de nuestras noches, luego del noticiero de las diez. Ella quería ser mamá a toda costa, pero tenía un problema hormonal, algo que tiene que ver con la prolactina, ¿me entiende? Podríamos llamar al doctor Lopera, su ginecólogo, para que se lo explique mejor...

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