2008/10/25

CALAMARO, ¡NOS VOLVEREMOS A VER!


Aparte del azar, hay pocas cosas que pueden poner a uno cara a cara con sus fobias ("si hay algo que respeto son las fobias de los demás", le haría sentenciar Almodóvar a uno de sus personajes más memorables en Hable con Ella). En mi caso, subir a un avión, por ejemplo, es un riesgo que uno sólo debe tomarse en un caso extremo: la enfermedad (Mi enfermedad, diría Andrés refiriéndose al amor), publicar un libro o asistir a una cita impostergable con un "sueño postergado". Calamaro vuelve al Perú, pero ya se anunciaba desde hace un poco más de diez años, en las tapas de mis cuadernos de la universidad, cuando mi pasión de cachimbo por este Salmón rioplatense le resultaba a mi hermana una menuda huachafería (el mes pasado ella coreó cada canción de Calamaro en la Expo de Zaragoza… y es que "no sabemos de qué lado vamos a quedar parados").

No sólo le temo a los aviones, también a las masas, a mí mismo confundido en medio de ellas; ese es quizá mi mayor temor, pues en algún momento "se agotó lo natural", por eso necesito clonazepam para encarar al circo. Yo y mi país (el Salmón por delante): Clonazepam y Circo. ¿Por qué agotar las pocas monedas que alumbran mi bolsillo e ir a Lima en busca de la Lengua Popular de Calamaro? Porque "no sé qué quiero, pero sé lo que no quiero, sé lo que no quiero y no lo puedo evitar, puedo seguir escapando y aún lo estoy pensando; lo estoy pensando, pero estoy cansado de pensar".
Quién mejor que Calamaro para decir: yo soy la suma de mis defectos y mis innobles intentos por disimularlos. Iré a verte por eso, Andrés: ¡voy a tomar agua bendita, voy a beber para creer! Y no lo haré solo, estaré con mi única vanidad, pues puedo presumir de poco, porque todo lo que toco se rompe, te presté un corazón loco que se dobla con el viento y se rompe...
Estará conmigo, haciendo el aguante, esa mujer a la que siempre le pedí un poco de su amor y cambio siempre le ofrecí una montaña de horror. Esta vez la noche limeña será mi cómplice para decirle, lleno de Orgullo y de Miedo, pero con tu ayuda: "¡Tardé tanto tiempo en encontrarte!, habría salido a buscarte, mi vida, por eso cada segundo es tan importante y no me duelen ya las heridas. ¡Qué mezcla de orgullo y de miedo, ser el dedo que te toca, el que te besa en la boca, la vaina de tu cuchillo!".
Con clonazepam o sin él. Ojalá el corazón y las emociones resistan. Pero si no llego, es decir, si no te veo ni tú me ves –que será lo obvio–, ¡no importa! Tú sabes que parte de mí no cambió, y a la vez ya no soy como el viejo Andrés que no dormía jamás. Siempre seguí la misma dirección –la de tus canciones–: la difícil, la que usa el Salmón.

Orlando Mazeyra Guillén
Arequipa, a pocas horas del concierto del Salmón en Ate
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Publicado previamente
en el diario El Pueblo de Arequipa y

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